«La gringa del bulevar 24», la obra de teatro de la ecuatoriana María Beatriz Vergara, es la génesis para crear una red de amantes de la literatura ecuatoriana de calidad, con la que se busca sortear las dificultades que conlleva publicar y acceder a libros en la nación andina.
Estrenada hace una década, «La gringa…» podría haber quedado grabada únicamente en la memoria de quienes la vieron, de no ser por un proyecto del dramaturgo y actor Alfredo Espinosa que se ha propuesto llevar ésta y otras obras ecuatorianas al ciberespacio, para alojarlas en una biblioteca digital y facilitar su difusión a bajo coste.
La falta de relación de la gente con la lectura en Ecuador, genera inevitablemente una falta de público para el teatro, dijo a Efe este director de la plataforma de artes escénicas «Magmateatro», que ahora lanza la editorial digital «Magmaediciones».
«En Ecuador hay promedios de lectura de no más de un libro o dos por habitante al año», se lamentó quien busca crear un banco de literatura digital «con una alta dosis de responsabilidad social» pues involucrará en el proyecto a los ciudadanos de a pie, basados en un principio de acción civil participativa y corresponsable.
TRABAJO DE HORMIGA
Para captar cómplices, Espinosa llama por teléfono, envía cartas personalizadas por WhatsApp, redes sociales o correo electrónico en las que explica el proyecto, un trabajo de hormiga que, en tan solo tres semanas, ha conseguido 250 cómplices y aspira alcanzar una base de mil personas en seis meses.
A partir de la primera compra, en este caso la obra «La gringa…», la gente se compromete a no piratear los textos -«uno de los problemas más graves de la literatura en Ecuador y el mundo»-, así como a sugerir un mínimo de dos contactos para ampliar la red.
Asimismo, se compromete a seguir adquiriendo los siguientes textos que, en principio, corresponderán a dramaturgia inédita, para pasar luego a antologías de cuento y poesía, mientras que a mediano y largo plazo, la línea editorial se centrará en el ensayo y la literatura general, ya no necesariamente inédita.
«Cuando tienes que pagar por un libro un mínimo de 10 ó 15 dólares, en un país con un salario básico de 400 dólares; cuando una buena novela cuesta 30 ó 35 dólares, ¿cómo lees?», se preguntó Espinosa, que con la iniciativa prevé ofrecer cada texto en 5 dólares.
Al momento, sus copartícipes reciben el libro en un archivo PDF, pero luego podrán acceder a la biblioteca digital con contraseña.
INVERSIÓN QUE SE DIVERSIFICA
Por cada obra adquirida, los autores recibirán el 30 % de las ventas, «un porcentaje más alto que el que pagaría cualquier editorial», subrayó Espinosa.
Con el resto de dinero se alimentará la plataforma «Magmateatro», generando un sistema de financiación con créditos reembolsables, sin intereses, para distintos grupos relacionados con el arte, uno de los sectores más golpeados por la pandemia de la covid-19.
Así, a mediano y largo plazo, la asociación de literatura y artes escénicas busca ampliar los públicos y aportar a la construcción de una mayor y mejor conciencia crítica y estética en el país.
De gran envergadura, el proyecto busca también generar un circuito de profesionalización, y uno para la creación de teatros, pues en Quito, por ejemplo, hay muy pocos y todos concentrados en una zona específica de la ciudad.
LA «CENICIENTA»
Con cinco libros de poesía y dos novelas publicadas, María Luz Albuja, está feliz de participar en el proyecto pues «mucha gente me dice ‘¿dónde hay tus libros?’ y ya no hay, ya no tengo ni yo», comentó al señalar que con el nuevo formato siempre estarán disponibles.
Dramaturga, directora, guionista, actriz e historiadora, Vergara se lamentó de que aún haya quienes creen que la dramaturgia debe «ser vista y no leída» y aseveró que si «vender literatura es difícil, vender teatro es dificilísimo» por lo que aplaudió la iniciativa editorial que permitirá, además, «registrar la historia».
«Las nuevas generaciones ¿dónde van a conseguir textos teatrales si ni siquiera se publican?», se preguntó en entrevista con Efe al expresar su alegría de que, diez años después de estrenada, 250 personas hayan accedido a su obra gracias a «Magmaediciones».
Por ello, no dudó un segundo en sumarse a la iniciativa pues ha experimentado en carne propia las dificultades para publicar: «He publicado unas tres o cuatro obras en antología de teatro en Brasil, Italia, Perú y Chile, pero en Ecuador, no. La dramaturgia es la cenicienta del cuento, la última de la cola».