La ESA sumerge a 20 mujeres en agua para medir el efecto de la ingravidez

La Agencia Espacial Europea (ESA) investiga el impacto que tiene viajar al espacio en los cuerpos de los astronautas a través de un experimento en el que veinte mujeres se sumergen en una cama de agua durante cinco días seguidos, en los que solo los brazos y la cabeza quedan fuera de una lona protectora.

«Es la primera investigación exclusivamente con mujeres», explicó Marine Bernat, portavoz del Instituto Medes, ubicado en Toulouse (sur de Francia), donde se lleva a cabo este experimento que comenzó el martes y termina este sábado.

Extraer datos que ayuden a saber cómo se comporta el cuerpo femenino es importante porque cada vez hay más mujeres en el espacio, por lo que el objetivo de esta campaña de la ESA, denominada Vivaldi, es abordar la brecha de género.

«Ya hicimos estudios en hombres, por lo que hacerlos en mujeres nos permitirá comparar la diferencia entre los dos cuerpos», precisó Bernat, que celebró que la investigación marcha bastante bien y que las participantes están «muy bien» preparadas.

Tener entre 20 a 40 años, buena forma física y no ser fumadoras fueron los criterios para poder participar como voluntarias.

SIMULACIÓN DE INGRAVIDEZ

Cuando los astronautas experimentan la ingravidez, es decir, la ausencia de peso por no estar sometidos a la gravedad de la Tierra, sus cuerpos pierden densidad muscular y ósea, su visión cambia y los líquidos corporales se desplazan al cerebro.

Para saber cómo este factor afecta a la salud, las voluntarias están tumbadas en tanques de agua, cubiertas con una tela impermeable para mantenerse secas y suspendidas uniformemente para simular esa sensación de ingravidez.

El agua las cubre por debajo del tórax, con las piernas y el tronco inmovilizados, de forma que solo los brazos y la cabeza quedan fuera de la lona.

La jornada empieza a las 7 de la mañana con muestras de orina y sangre y está llena de protocolos científicos y mediciones para estudiar cómo se adapta el cuerpo, incluidos estudios psicológicos, ya que las voluntarias pasan casi 24 horas sumergidas.

Todas las actividades, desde el ocio hasta la higiene, se realizan dentro de las limitaciones de la inmersión, pues solo se les permite disponer de una pequeña almohada durante las comidas para facilitar la alimentación.

Las duchas y los traslados a otras pruebas se realizan fuera de esa bañera, tumbadas de espaldas y con la cabeza inclinada seis grados hacia abajo para minimizar las alteraciones de sus flujos corporales.

Los resultados de este estudio, que se darán a conocer en el futuro, pueden tener potencial para investigar los efectos perjudiciales de los vuelos espaciales, pero también para los pacientes en la Tierra que presentan dificultades para moverse y las personas mayores cuya movilidad es reducida. EFE

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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