La educación con mínimas excepciones y realmente muy puntuales sigue respondiendo al modelo imperante en la era industrial donde la creación de grandes fábricas, la industrialización de productos, vio la necesidad de mano de obra eficiente y productiva, y claro la educación proveyó, educo a esta clase obrera eficiente y obediente ¡al servicio del capital! Y no estuvo mal era necesario, pero ya ha pasado demasiado tiempo, el mundo cambia a una velocidad vertiginosa, todos los formatos que han regido nuestras sociedades están cayendo, son obsoletos, ¡ya no sirven!, no responden a las demandas del mundo, no satisface las necesidades actuales, el mundo necesita de nuevas tecnologías, de nuevas economías, de nuevas políticas, de nuevos aires, el aire que respiramos ya está muy viciado…
Con la educación pasa lo mismo, las materias impartidas son obsoletas, no traen nada nuevo… toda la información existente está en la nube, el que quiera tiene acceso a la información que necesite con solo aplastar un botón, el manejo de la tecnología cada vez es más accesible y fácil, y sin embargo seguimos educando para el hacer, preparando a un ser humano para la eficiencia y la productividad, para el “éxito” externo, ya con tanto tiempo en lo mismo deberíamos habernos dado cuenta que esta receta no está dando los resultados deseados: el bienestar, la felicidad del ser humano parece por ahí no van… al contrario tenemos cada día más niños, jóvenes angustiados, estresados, con depresión, sin ver sentido y propósito a sus vidas a pesar de vivir cómodos y con sus necesidades más que satisfechas, pendientes de valoración externa, de “likes” en sus redes virtuales, mendigos de afecto y de atención en sus realidades
Escuelas y colegios ignoran casi por completo el trabajo en el crecimiento y mejora personal, en el mundo interior del estudiante; políticos y educadores deben reunirse, revisar y replantearse nuevos planes de estudio, se tiene que enseñar, volver a técnicas atemporales, a buscar respuestas a esas preguntas y necesidades humanas que desde siempre han estado: la búsqueda del bienestar y la felicidad, el relacionarnos con los otros y sobre todo con nosotros mismos, el manejo de nuestras emociones sobre todo de esas que desde pequeños nos instan a guardarles en un cajón: la tristeza, la ira, el miedo, ¡emociones tan comunes y naturales a todos!, al mismo tiempo incentivar la bondad, la compasión, la inventiva, la creatividad, el análisis crítico, todo esto hay que enseñarlo en las aulas, ¡no viene dado!
La educación necesita dar un salto cualitativo indispensable para un cambio en la humanidad, se necesita una educación más hacia dentro, hacia el ser más que hacia el hacer, una educación que despierte la curiosidad, la búsqueda, la magia, una educación que una al intelecto y al corazón, el mundo está urgido de un cambio, se necesita de un nuevo ser humano ético más que eficiente, compasivo y amoroso más que exitoso, consciente más que productivo… (O)