En medio del panorama económico sombrío, es alentador el flujo de las
remesas envidas por los migrantes ecuatorianos, principalmente desde los
EE.UU. y, en menor medida de España e Italia, entre otros países.
Según un informe del Banco Central del Ecuador -BCE-, en el primer
semestre de 2021 el monto enviado alcanzó los USD 1.398,62 millones, un
43,62 % más del remitido en el mismo periodo de 2020.
Solo desde los EE.UU. en ese lapso llegaron remesas por USD1.242,68
millones, equivalente al 61 % del total del valor recibido por este
concepto.
Ese monto es calificado por el BCE como histórico. Lo atribuye, sobre
todo a los bonos de desempleo otorgadas por el gobierno de los EE.UU.,
en el contexto de las medidas aplicadas en ese país para enfrentar los
efectos de la pandemia. Asimismo, por el crecimiento económico
registrado por España e Italia.
Sin embargo, las proyecciones podrían verse afectadas porque en
septiembre pasado terminaron ciertos estímulos aplicados en favor de la
población de aquel país, entre ellos la entrega de bonos de desempleo.
A decir de analistas económicos, en los primeros seis meses de 2021, a
Cuenca los migrantes enviaron remesas por USD 313,84 millones.
El 60 % de aquel monto, los azuayos la dedican a gastos de primera
necesidad. Lo demás se destina para el lujo, inversión en negocios,
educación, ahorro y compra de bienes.
Su aporte al movimiento económico de la ciudad, la provincia y la región
austral, de donde son la mayoría de migrantes de Ecuador, es
incuestionable. Y ahora, en tiempos de pandemia, mucho más. Con
seguridad, otra sería su suerte sin este sostén financiero.
Empero, los migrantes tiene poco apoyo estatal para desarrollar
proyectos productivos, aunque así lo estipule la Ley de Movilidad
Humana. Nunca lo tuvieron, ni siquiera en los mejores tiempos.
El Austro, el país entero, cuánto les debe a quienes se fueron. Con su
sacrificio, aun a costa de su salud, de sus vidas, de no ver a sus
familiares, contribuyen a la alicaída economía.