Millones de colmenas mueren cada año en el mundo por el uso de pesticidas, un problema que afecta la seguridad alimentaria del planeta ya que la tercera parte de la comida para los humanos requiere de la polinización que hacen las abejas y abejorros y que científicos colombianos buscan detener.
Para frenar la disminución de esos insectos, investigadores de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario de Bogotá desarrollaron un superalimento que los protege de los efectos negativos de los pesticidas.
El suplemento, cuya composición no revelan para mantener el secreto de la fórmula, se puede administrar en forma de jarabe o sólida y se deposita en lugares cerca de las colmenas donde las abejas buscan el polen.
«Nuestros resultados muestran que la suplementación nutricional protege las capacidades de aprendizaje y memoria, el control motor y la sensibilidad sensorial de las abejas», explica a Efe André Riveros, profesor asociado al Departamento de Biología de esa universidad.
Riveros añade que el producto, que ya tiene un registro PCT (Tratado de Cooperación en materia de Patentes), protege a las abejas de los cambios fisiológicos y de comportamiento producidos por varios tipos de pesticidas, incluyendo el Fipronil, la Deltametrina y el Imidacloprid.
Este último, un insecticida neuroactivo diseñado a partir de la nicotina, es uno de los más utilizados en el mundo y actúa sobre el sistema nervioso central de los insectos.
APIARIO URBANO
El grupo de investigadores ha centrado sus estudios en la abeja de la miel (Apis mellifera), y en los abejorros (Bombus impatiens). Estas dos especies, explica Riveros, son las principales polinizadoras en el mundo, y añade que en el estudio con abejorros los colombianos trabajan en alianza con la Universidad de Arizona (EE.UU.).
Para hacer los estudios de las abejas la Universidad del Rosario construyó en 2020 un apiario en su sede de la Quinta de Mutis, enclavada en el barrio 7 de Agosto, una zona de Bogotá conocida por su frenética actividad comercial y de talleres de reparación de vehículos, muy distinto del ambiente campestre ideal para los insectos.
La estructura en donde reposan las colmenas fue fabricada con guadua, planta de la familia del bambú, que se eleva más de seis metros del piso.
Al colmenar acuden estudiantes de pregrado, maestría y doctorado para desarrollar los experimentos, identificar y evaluar los efectos negativos de los pesticidas y los mecanismos de protección.
«El apiario establecido es una muestra de nuestra coherencia en la búsqueda de la protección de las abejas», explica Riveros, quien agrega que en otros espacios de la Universidad, como los laboratorios, se completan las investigaciones que buscan también mejorar el superalimento.
El siguiente paso, dice Riveros, es transferir el conocimiento logrado para que inversores puedan desarrollar el producto y pueda comercializarse.
LA MISIÓN DE PROTEGER LAS ABEJAS
«La meta es lograr una alternativa al alcance de los apicultores, que reconozca los desafíos enfrentados por los agricultores y que pueda engranarse con otras estrategias de protección de las abejas», asegura el biólogo.
Recalca que la desaparición o disminución de polinizadores como las abejas afectaría negativamente no solo la cantidad sino también la calidad y diversidad de la alimentación para los humanos.
Otro efecto negativo puede ser la disminución de plantas silvestres con flores, que dependen de las abejas y otros polinizadores para reproducirse.
Riveros concluye que, si bien los pesticidas son necesarios para proteger cultivos de las plagas, también traen consecuencias letales para los polinizadores y generan efectos como temblores, fallas de aprendizaje y memoria, capacidad para orientarse y debilitamiento en el sistema inmunológico de las abejas. EFE