Es un poemario, trascendente, del cuencano Rubén Astudillo y Astudillo+, escrito en su permanencia en China; especie de recuerdos de viajes o crónica del reencuentro con el júbilo de vivir que define esta etapa de su creación que sacraliza lo humano, el amor, la amistad y el paisaje hecho vivencias, recuerdos y presagios, como: “La misma luna que esta noche/ cruza, con su mata/ de estrellas, por encima / de los pinos de Xian, mañana alumbrará/ los eucaliptos y las/ capulicedas/ de mi pueblo”.
Eduardo Mora -Anda, en su discurso de incorporación como Miembro de Número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua: La poesía oriental y su influencia en Carrera Andrade y Rubén Astudillo, destaca: “la China y la poesía china influenciaron en nuestro poeta azuayo… La primera característica de la poesía china es su humanismo que aflora en casi todos los escritores, antiguos y modernos… celebra sobre todo la amistad, el amor, el sexo, la alegría del vino, el placer de conversar, el gozo de las caminatas, las pequeñas grandes dichas de la vida”. /La voz que canta suena/como una orden para poner el corazón/(de) proa a los recuerdos…; evocación del tiempo y la memoria presente en, Celebración de los Instantes, como también el amor a la naturaleza, otra particularidad de la poesía china, asimismo presente en este poemario, como en, “Shi Du o La Memoria Circular del Tiempo: “En el valle de los diez ríos el/tiempo/circula doradamente azul. Glorioso/el cielo y la montaña bajan hacia el filo del agua (…) ebria de paz el alma se integra…”
En el proceso creativo el poeta actúa desde lo que sobrecoge su sensibilidad y aviva la memoria, en este caso, de sus viajes por China; el esplendor de los pequeños grandes detalles de su paisaje humano y natural, que se volvió poemario, Celebración de los Instantes (1993), que es eso, celebrar la vida intensamente, memoria de por medio, vivencias, recuerdos, nostalgias y premoniciones. (O)