La jerga juvenil y la lengua cañari en dos obras de Encalada y Villavicencio

En alguna ocasión, hace tres o cuatro años, Oswaldo Encalada conversó con Manuel Villavicencio, director del Programa de Lectura y Escritura Académica de la Universidad de Cuenca, acerca de qué hacer por el bicentenario de la independencia de Cuenca.

Por su lado, Encalada pensó en los cañaris, en su lenguaje, en el que siempre ha estado interesado desde el siglo pasado.

Y, quizá, inspirado en las publicaciones que hicieron algunos investigadores, en torno a la lingüística e historia, cuando se acercaba o celebraban los primeros 100 años de la libertad proclamada, propuso una obra que se llamaría “Los cañaris y su lengua”.

Por su parte, Villavicencio se decidió a editar un trabajo que venía realizando desde hacía dos décadas: la conformación de un diccionario del lenguaje de los jóvenes. Aquella labor empezó con un breve glosario en 1999, luego, la idea se extendió hacia los estudiantes para motivarles a que recolectaran la jerga de la juventud.

Sin embargo, solo después del 2012, el proyecto fue tomando forma hasta terminar en el “Diccionario del lenguaje juvenil”, una obra que recoge un poco más de 5.000 palabras.

La lengua cañari

¿Por qué un libro sobre la lengua cañari? Para Oswaldo Encalada es una especie de reforzamiento, una nueva piedra sobre la construcción sobre lo que es, posiblemente para él, lo cañari.

Para ello, el escritor e investigador escudriñó entre los primeros cronistas de indias, entre la obra de Octavio Cordero Palacios, y en los cinco tomos del Diccionario de toponimia ecuatoriana.

A través de su curiosidad, Encalada encontró 41 raíces cañaris a las que estudió y especificó sus variantes. Además, dejó en constancia palabras sueltas a las que no ha podido encontrar sus raíces.

“Fue un desafío ir encontrando sentidos. He encontrado muchos significados, muchos también quedan para ver si en futuro se puede saber. Encontré algo que me produjo asombro: la palabra zhumir, que es una palabra compuesta. Zhu, que es el cerro, y -mir que es una especie de paja. Entonces zhumir es paja de cerro, una paja con la que se puede hacer sogas”, dijo Encalada.

La obra del profesor de cientos de personas del austro está compuesta por cinco capítulos: desde las primeras noticias del pueblo cañari hasta un análisis lingüístico.      

El lenguaje de los jóvenes

Con el mismo trabajo exhaustivo, Manuel Villavicencio levantó su Diccionario del lenguaje juvenil. Entrevistas, preguntas, anotaciones, y, principalmente, el don de escuchar lo que decían los jóvenes, fueron las estrategias que usó Villavicencio para formar la obra en la que no solo constan las formas, sino los ejemplos de uso.

“Los pelados de la nueva jorga son todavía batracios, con una tella ya están oreja”, es uno de los tantos ejemplos que escribió el investigador para explicar las palabras que usan los adolescentes y jóvenes.

“Este un estudio que es tanto diacrónico como sincrónico. Es una memoria lingüística. Allí los jóvenes de hace 25 años pueden verse, mirarse, porque tiene la realización de esos años, de esos días”, dijo Villavicencio a diario El Mercurio.

Culminadas las obras, hoy, a las 18:30, Encalada y Villavicencio presentarán sus investigaciones en el Aula Magna Mario Vintimilla de la Universidad de Cuenca.

Una vez que terminen las presentaciones de los autores, los libros serán repartidos, sin costo, a los asistentes. En caso de no poder asistir, las obras estarán disponibles en las oficinas del Programa de Lectura y Escritura Académica de la Universidad de Cuenca. (I)

Andrés Mazza

Periodista y fotógrafo. Escribe sobre cultura, educación, migración y astronomía.

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