“CATFRED”, la arena de gato que transformó a una empresa cuencana

Era 1995, y el ingeniero Carlos Bravo empezaba a levantar su empresa. En principio comenzó haciendo y moliendo yeso que estaba destinado para hacer estucos. Luego, de apoco, fue ampliando sus servicios: hizo zeolita, un producto que sirve para limpiar las piscinas camaroneras antes de iniciar con la cosecha.

Con el paso del tiempo, la empresa se convirtió en una empresa familiar porque al trabajo se unieron Andrés, Daniel y Cristina, los hijos de Carlos. Ellos formaron parte de los nuevos productos que se fueron creando para adentrarse a otros mercados.

Por ejemplo, ya no solo era el yeso ni la zeolita. La familia se inmiscuyó en la creación de insumos para la perforación de pozos petroleros y de minerales para los balanceados de camarón, cerdo y pollo.

En el 2010, los Bravo crearon una fórmula para hacer arena de gato. Sin embargo, las ventas de ese producto no llegaban ni al 5% de la facturación total. Aun así, continuaron elaborando la arena, sin pensar lo que se vendría.

Cuando llegó la pandemia a Ecuador, como a muchos, la empresa, cuyo fundador había decido retirarse hace cinco años para dar paso al control total de sus tres hijos, tuvo complicaciones. Una de las primeras preguntas que se hicieron los hermanos fue: bueno, ¿qué hacemos?

Contrario a muchas situaciones, los Bravo empezaron a observar, y se dieron cuenta que la arena de gato tenía un aumento en su comercialización.

Según Cristina Bravo, quien está a cargo de la gerencia de la empresa, en Ecuador ni en Sudamérica existe una arena de gato premium. Por lo general, la gente que adquiría ese producto lo compraba en lugares que lo importaba de Estados Unidos.

Sin pensárselo mucho, los hermanos se volcaron al laboratorio, en donde, sin mucha expectativa, hicieron pruebas. El objetivo era crear una arena que absorbiera la humedad, que la orina del gato no generara olores fétidos. Y pasó lo inimaginable.

Cambios repentinos

Hasta hace un año, la empresa de los Bravo no producía más de diez toneladas de arena de gato, pero, cuando obtuvieron su producto premium a principios del 2021, se movieron para buscar a compradores.

En Colombia encontraron a un comerciante quien, al recibir una muestra, pidió varias toneladas de arena. Lo que no pensaron era que aquello les iba a abrir las puertas a un mercado que creían que era arriesgado, y, a pesar de ello, lo hicieron, lo intentaron y lo lograron.

Los hermanos pasaron de producir 10 toneladas a 500. Y aunque el resultado de las ventas les cogió de golpe, la familia no se retrajo, no dio un solo paso atrás, más bien le hicieron frente a una situación nueva.   

Hoy, la empresa produce alrededor de 500 toneladas de arena de gato. Xavier Caivinagua/El Mercurio

En ese cambio rápido, la planta pequeña en la que trabajaban fue ampliada, adquirieron una bodega, y, principalmente, buscaron el equipo adecuado. Las personas que fueron contratadas recibieron capacitaciones y una consigna: calidad, la calidad sobre todas las cosas.

En la actualidad, la empresa familiar tiene 30 personas en su nómina, de las cuales, 22 están en el sector de producción. Y la arena de gato se ha convertido en su producto estrella y en su producto principal.

Responder a la adversidad

¿Por qué creció exponencialmente la venta de arena de gato? Cristina y sus hermanos han analizado la situación, y la respuesta que se dan es: los cambios de hábito.

Hasta hace no mucho las personas que tenían un gato compraban en la ferretería la arena. Pero, hoy los tiempos son distintos. Las mascotas tienen desde peluqueros hasta guarderías. Y, en el caso de los gatos que, por lo general, viven junto a sus dueños en espacios pequeños, la arena se ha vuelto un insumo fundamental.

Por esa razón es que el producto creado por los hermanos Bravo ha tenido éxito. No obstante, eso es solo lo que se ve desde afuera, ya que desde dentro hubo un trabajo que se cumplió como se debía. ¿Qué hubiera pasado si la empresa no hubiera sabido responder a la masiva demanda de su producto?

“Yo creo que cuando se innova uno tiene que saber que está en el momento adecuado. Hacerlo, cumplir con el trabajo. Para nosotros fue un reto pasar de la poquita arena que habíamos hecho en el laboratorio al proceso de producción”, dice Cristina Bravo a diario El Mercurio.

Instalar las máquinas, buscar el personal, aprender, equivocarse, volver a hacer: así fue un proceso que hoy está teniendo éxito. No sin antes de todo ello: despertarse. Para los Bravo la pandemia llegó para hacerles abrir los ojos y preguntarse hacia dónde estaban yendo. Ahora, la pregunta es la misma.

La respuesta es la ampliación de su trabajo, la calidad y la búsqueda de personas que respondan a los objetivos de la empresa, a través de una marca.  

Hasta el momento, la empresa ha contratado a un diseñador de Cartoon Network para que se encargue de la creación del logo, mientras que otra empresa de marketing les asesoró en la creación de la funda que contiene la arena que se llama “CATFRED”.

En la planta de producción trabajan 21 personas que han sido capacitadas para su labor. Xavier Caivinagua/El Mercurio

“Fue difícil al principio, pero nos despertamos, buscamos la oportunidad y le hicimos frente. En los problemas buscamos la oportunidad. Ahora le estamos poniendo todo el empeño para que salga la marca”, dice Cristina un poco nerviosa.

Los nervios no son por lo que vendrá, sino porque está dando una entrevista. Para ella, para sus hermanos, en donde hay calidad, en donde hay equipo, en donde hay fuerzas e innovación, las cosas pasan, como pasó con ellos que no han parado, desde febrero de este año, un solo día. (I)

Andrés Mazza

Periodista y fotógrafo. Escribe sobre cultura, educación, migración y astronomía.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba