Los cuencanos que habitamos cerca de las márgenes del Yanuncay, miramos preocupados con nuestros “propios ojos”, la disminución notoria de agua en su cauce tan solo con dos semanas sin lluvias y, por el contrario, crecer súbitamente y desbordarse con caudales que sobrepasan los 250,0 m3/s, poniendo en peligro a la población ribereña y a equipamientos educativos importantes como la UDA, que cada vez son más vulnerables, por las avenidas, debido al deterioro progresivo de la cuenca hídrica, la falta de cuidado, la ganadería que elimina el chaparro, los pajonales, al cambio climático que afecta con mayor intensidad a la región andina y a cuencas pequeñas como las nuestras.
Las presas y embalses son una infraestructura multifinalitaria segura, diseñada y construida con estándares muy conservadores. El Registro Mundial de Represas indica que hay alrededor de 60.000 grandes represas en el mundo. Según las estadísticas de accidentes, el número ha disminuido notoriamente en las últimas décadas, siendo la probabilidad de falla inferior al 1%. Esto se debe a las mejoras en la tecnología de la construcción y normas de seguridad más estrictas para la etapa constructiva y operativa.
Por ello, la construcción de la presa Quingoyacu en la cuenca alta del Yanuncay no debe preocupar a nadie por cuanto los impactos ambientales que si los hay serán superados con creces por los beneficios colectivos para los cuencanos al tener una fuente de agua para los próximos 30 años, laminación de crecidas con la presa y por el mejor cuidado de la cuenca, generación de energía hidroeléctrica limpia en 21 Megavatios, para proveer energía a 17.600 viviendas. Producir recursos constantes cuyo 30% de las utilidades deberán destinarse obligatoriamente al desarrollo de las parroquias vecinas: San Joaquín, Baños y para la lejana, desatendida, pero importante Chaucha.
Las alcancías usadas en nuestra niñez para guardar los ahorros, tomar el dinero para una emergencia es un buen ejemplo para entender el funcionamiento de una presa, la cual, se llena con agua en los períodos de lluvia y se vierte en el verano para asegurar el agua potable de nuestra urbe y generar recursos económicos tan necesarios en este tiempo de recesión, desempleo y migración. (O)
