En esta cuenca de límpidos ríos se asentaron humanos de orígenes ignotos, luego cañaris, incas y españoles y ahora una variedad de etnias del mundo. Aquí encontraron luz para caminar, agua para su sed de paz, aire para refrescar su pensamiento, sol para el glacial de los albures… Una urbe consentida por Dios, enriquecida por una cultura que inspira actitudes optimistas y positivas. Llegué a esta ciudad hace cinco décadas y quedaré hasta que los ángeles me lleven al placer divino y eterno.
Es la Atenas por naturaleza, diversidad cultural y aporte de personajes en artes y letras. El antiguo Corregimiento de Cuenca (1775) tenía una vasta extensión que incluía a Azogues. En estas tierras nacieron historiadores, narradores, poetas, médicos, políticos, deportistas… que honraron a la región y a la Ciudad Patrimonio de la Humanidad. La tradición literaria no se ha perdido, ventajosamente continúa.
Hace poco fui sorprendido por la entrega de dos novelas de Ernesto Arias Deidán: “Amanecer de fuego” (2018) y “El rostro” (2020) publicadas por editorial El Conejo, esta última dedicada a su extinto hermano médico Juan, colega y amigo mío de tiempos mejores, quien se fue en plenitud de vida. Los críticos deliberarán sobre estas obras; de mí, agradecer el obsequio y decir que la lectura me ha hecho analizar las cosas desde la otra orilla para contrastar mis vivencias y emociones.
En el Salón de la Ciudad, la noche del 22 de octubre, con la presencia del alcalde Pedro Palacios y otras autoridades, el Club Deportivo Cuenca y el médico Carlos Santacruz Q., lanzaron el libro “Deportivo Cuenca un ídolo en el fútbol cuencano, 50 años”, comentado por el popular narrador y comentarista deportivo Guifor Trujillo, quien lo hizo con conocimiento e iluminación didáctica. Destaco la narración histórica y la abundancia de gráficas de la obra que atraerá a los hinchas.
Entre tanto, en el Auditorio de Solca, se presentó el libro “Leoncio Cordero Jaramillo. Cuatro Puntos de Vista” de autoría de los doctores Jacinto Landívar H. y Paúl Pino A. En la tarde del 27 de octubre, los oradores estuvieron inspirados para exaltar al eximio ciudadano, fundador del Instituto del Cáncer y dueño de excelsas virtudes, que para orgullo de quien escribe esta nota fue de los mejores maestros. Se habló de muchas de sus facetas y aún quedó bastante por decir sobre el defensor de la indivisible fortuna del espíritu. (O)