La lava emitida por el volcán de la Cumbre Vieja, en la isla canaria de La Palma, ha alcanzado por segunda vez las aguas del océano Atlántico después de que lo hiciera por primera vez el pasado 29 de septiembre, diez días después del inicio de la erupción.
En esta ocasión la lava llegó al mar durante la pasada madrugada en la zona denominada playa de Los Guirres.
El choque térmico entre la lava a 800-900 grados y el mar provocó, como en la ocasión anterior, columnas de vapor de agua con partículas de ácido clorhídrico, que pueden resultar peligrosas para la salud en los entornos más cercanos al punto de emisión.
Todos los barrios y las viviendas alrededor de esa zona están evacuados desde hace semanas por la amenaza que representaba el lento, pero inexorable, avance de las coladas.
La llegada de la lava al mar está dando lugar ya a un nuevo delta lávico o fajana, una extensión de la isla que impide a los agricultores de la zona de La Bombilla acceder a sus tierras.
Ante esa situación, las autoridades estudian la viabilidad de construir un embarcadero para facilitar el acceso por mar a la zona de costa que ha quedado aislada.
Respecto a la calidad del aire, uno de los temas que más ha preocupado en las últimas jornadas, ha experimentado una leve mejoría en las partículas en suspensión.
La emisión de dióxido de azufre (SO2) -asociada al penacho volcánico- también continúa alta, con valores entre 9.000 y 13.000 toneladas diarias, pero su evolución temporal «refleja una tendencia descendente».
Respecto a la actividad sísmica, que ha aumentado en las últimas horas, podría ser el presagio de un repunte de la actividad volcánica en la zona de Cumbre Vieja, como ha sucedido en otras ocasiones durante el proceso eruptivo, aunque aún es «pronto» para sacar conclusiones, según el Instituto Geográfico Nacional (IGN) de España.
En los últimos días se venían registrando unos cinco terremotos profundos y en las últimas horas superó la veintena, uno de los cuales de magnitud 4,8.
En la jornada del martes el IGN contabilizó 100 terremotos y hoy ya van por casi 80.
Ese incremento, señaló Itahiza Domínguez, sismólogo del IGN, pudiera ser un síntoma de reactivación de los reservorios de magma profundos o tener «otras implicaciones», como, por ejemplo, que el sistema se esté «reajustando de golpe» por un vaciado que «ya se produjo».
Sea lo que sea, este aumento de la sismicidad profunda «evidentemente es un signo de reactivación», admite el científico del IGN. EFE