El próximo 24 de noviembre se cumplen cinco años de la firma del acuerdo definitivo de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC que supuso la dejación de armas de la guerrilla más grande y antigua del mundo y el fin del conflicto armado con ese grupo que se extendió por más de medio siglo.
La paz trajo una reducción importante de la violencia y un complejo proceso reintegración y reconciliación, pero el conflicto sigue dando coletazos en el país.
Estas son algunas claves en el quinto aniversario de la firma:
1. LAS NEGOCIACIONES
Antes de este acuerdo casi todos los presidentes colombianos habían tratado sin éxito de negociar con la guerrilla, sobre todo por la falta de voluntad política real de las partes.
El 4 de septiembre de 2012 el entonces presidente Juan Manuel Santos anunció las primeras «conversaciones exploratorias», que comenzarían en octubre en Oslo para continuar, si hubiera voluntad, en La Habana con una guerrilla que llegaba a la mesa de diálogo muy debilitada por las ofensivas militares realizadas en los años anteriores.
«Si no hay avances, no seguiremos», dijo entonces Santos. Pero hubo avances, se llegó a una agenda y echó a andar un diálogo que estuvo lleno de roces, disputas y se alargó cuatro años con muchas amenazas de naufragio.
El 20 de julio de 2015 las FARC anunciaron el enésimo alto al fuego, primero temporal y luego indefinido, tras los anteriores fallidos, a lo que el Gobierno respondió el 26 de julio con la suspensión de bombardeos.
2. LA FIRMA Y EL POLÉMICO REFERÉNDUM
El 23 de septiembre de 2015, Santos viajó a La Habana para anunciar que se había alcanzado un acuerdo para «lograr el máximo de justicia posible para las víctimas», y protagonizó un histórico apretón de manos con el entonces jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, alias «Timochenko».
Santos y «Timochenko» anunciaron fecha para la paz: «a más tardar» el 23 de marzo de 2016. Pero no pudo ser por «diferencias importantes con las FARC sobre temas de fondo», como admitió el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle.
Finalmente, el Gobierno y las FARC firmaron el 26 de septiembre de 2016 en Cartagena, ante la comunidad internacional, un acuerdo de seis puntos «para sentar las bases de una paz estable y duradera», que debía ser sometido a referendo para su firma definitiva.
Tras una campaña de desinformación y una polarización exorbitante, en la que el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) se presentó como el más firme opositor del acuerdo, el plebiscito se hizo una semana después, el 2 de octubre, y fue rechazado con el 50,21 % de los votos.
Sin embargo, el Gobierno consiguió sacarlo adelante, tras una renegociación, y Santos y Londoño firmaron el 24 de noviembre, en el Teatro Colón de Bogotá, el acuerdo definitivo de paz.
3. EL ACUERDO
El acuerdo contenía seis puntos, centrados en la reforma rural integral para un mejor reparto de la tierra, uno de los causantes del alzamiento en armas de la guerrilla comunista; la participación política, que daba a los exguerrilleros diez escaños en el Congreso por dos legislaturas, y el fin del conflicto, que hablaba sobre cómo iba a ir la desmovilización.
Otro punto fue el del «problema de las drogas», en el que las FARC tenían que explicar su relación con el narcotráfico y se pactaban soluciones a los problemas de sustitución de cultivos; el punto central de las víctimas, para su reparación e indemnización, y por último uno sobre implementación, verificación y refrendación.
El 15 de agosto de 2017 concluyó el desarme de las FARC y quince días después la antigua guerrilla se formalizó como partido, con las mismas siglas, pero distinto nombre: Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, que este año cambió por «Comunes».
4. FALTA DE COMPROMISO
El acuerdo echó a andar pero en 2018 Iván Duque, del partido Centro Democrático, principal opositor del acuerdo, ganó las elecciones presidenciales.
Su Gobierno impulsó un programa de «Paz con legalidad» que ha intentado adaptar el acuerdo. Ha habido avances en sustitución de cultivos, que cada vez más se desmoronan y solo se han comenzado los planes alternativos en ocho de los 52 municipios.
La desmovilización de guerrilleros ha sido la más satisfactoria del mundo, pero Comunes denuncia que la vida de los reincorporados está en peligro y que 293 han sido asesinados desde la firma.
El reparto de la tierra, asumido por el Fondo de Tierras, también va muy lento, con el reparto de solo el 7,8 % de los 1,3 millones de hectáreas de tierras entregadas, que ya de por sí era menos de la mitad de las previstas en el acuerdo para su redistribución.
Además, desde la firma de paz ha habido un resurgimiento de la violencia contra líderes sociales y defensores de derechos humanos, fruto, en gran medida, de la reconfiguración de grupos armados y el surgimiento de disidencias de las antiguas FARC. EFE
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