La democracia no es sólo una forma de organización política y una modalidad de gobierno, sino además una cultura de vida que se basa en el reconocimiento de la dignidad humana, en el compromiso con la libertad y con el derecho de todos los ciudadanos a participar en las decisiones gubernamentales a través de sus representantes.
Debo comentar que, siendo la democracia el mejor de los sistemas políticos y debiendo respetarse la votación del pueblo, no siempre las decisiones mayoritarias son las que favorecen al país y a las mismas mayorías.
Creer en la democracia es una cosa; vivir y gobernar conforme a esta creencia es otra. La pérdida de la libertad, acompañada del silencio del entorno, no dignifica a un país soberano; tampoco le permite salir del subdesarrollo.
En lugar de convalecer, mejorar y fortalecerse, las perspectivas de la democracia en América Latina son cada vez más sombrías. Esta es la impresión que surge del análisis de los recientes procesos electorales de la región, así como de los resultados de los llamados “gobiernos democráticos”.
Hace pocos días se realizó las elecciones presidenciales en Nicaragua. Pese a la presión internacional y los vanos esfuerzos de la oposición para competir en igualdad de condiciones, esos comicios fueron una farsa, Daniel Ortega, siguiendo el ejemplo de la dictadura cubana se está asegurando su quinto mandato, luego de haber impedido la participación electoral de los líderes de la oposición, acusándoles de una supuesta “traición a la patria”.
Tampoco se prevé nada esperanzador en las elecciones regionales en Venezuela el 21 de noviembre: La oposición sigue dividida, lo que facilita el triunfo de los candidatos del chavismo, comandados por el gorilón Maduro.
Chile que tras la dictadura de Pinochet se jactaba de democracia en la región,
ahora atraviesa por un momento crítico. Su actual presidente Sebastián Piñera ha sido acusado por un grupo de congresistas de cohecho y soborno tras la revelación de los “Pandora Papers”.
En Ecuador, luego de la elección de Guillermo Lasso, abrigó en un inicio alivio e ilusión, la oposición (dentro y fuera de la Asamblea Nacional) está haciendo hasta lo imposible para que fracase, e incluso para derrotarlo. Un informe de los “Pandora Papers”, por parte de la Comisión Permanente de los derechos Constitucionales, es una prueba de ello. (O)
Los gobiernos pasan, las dictaduras acaban, los tiranos desaparecen, pero los ciudadanos quedamos y somos quienes vivimos y escribimos la historia. (O)