La política es esencialmente dinámica. Está en su naturaleza. Viene acompañada de un permanente cambio de escenarios. Pruebas al canto: Hace pocos días, Lasso se encontraba, -por obra y gracia de Correa y de sus inefables borregos- al borde de la destitución: con una Asamblea en contra y en medio de los temibles pandora papers. Sin embargo, al momento habría consolidado el apoyo del legislativo y prácticamente desvirtuado la acusación sobre las supuestas cuentas que se dice que mantuvo en paraísos fiscales antes de su candidatura presidencial. Entonces no queda duda que saldrá fortalecido de la malévola acusación, en tanto que Correa quedará una vez más como lo que es: doctor honoris embustero.
Bueno, no hay mal que para bien no venga. Por extraña coincidencia, en estos mismos días estalló a nivel planetario el escandaloso caso de Alex Saab, preso hoy en los EE. UU. por blanqueo de capitales. Al respecto, la Fiscalía General del Ecuador al investigarlo detecta que entre 2012 y 2013 la empresa ecuatoriana Fondo Global de Construcciones (Flogocons) de propiedad de Saab –supuesta productora de materiales de construcción que nunca los fabricó- se valió de aquella, para con falsas ventas de dichos materiales a Venezuela, lavar en nuestro sistema financiero 159. 9 millones de dólares, cuyo ingreso al país se produjo a través del Sistema Regional Sucre o, escudo delictivo, y cuyo egreso no generó –violando la ley- tributo alguno, configurando una estructura criminal que incluyó defraudación tributaria y otros graves delitos.
Al momento, Correa debe padecer de desenfrenado Baile de San Vito, porque si para protegerse Saab canta, y, canta claro, -como autor protegido-, la justicia de los EE. UU. podría situar al expresidente donde debe estar: en la cárcel, por embustero consuetudinario y cleptómano de la honra ajena. (O)