Los accidentes de tránsito constituyen una de las causas principales de muerte o invalidez física, parcial o total en la población. Según cifras de la OMS, 1,24 millones de personas fallecen en el mundo por accidentes de tránsito.
Las causas, en su mayoría, han sido características atribuidas al conductor tales como: infracciones a las leyes de tránsito, conducir en estado etílico, fatiga, somnolencia, rasgos de personalidad, práctica de malos hábitos, mal comportamiento, entre otros que inciden en el crecimiento de una conducción hostil y peligrosa.
Se debe tener presente que los individuos reflejan en la colectividad una compleja relación multicausal y, desde este enfoque, urge analizar y comprender los elementos de riesgos que inciden en los accidentes de tránsito para ejecutar acciones preventivas. Por lo tanto, estas estrategias deben estar basadas en resultados científicos de estudios múltiples, que identifiquen claramente las necesidades legales, biológicas, psicológicas, ambientales, sociales, culturales y económicas que permitan disminuir los riesgos elevados en la conducción.
Adicionalmente, es importante que exista un seguimiento de carácter integral de los efectos ocasionados por los accidentes de tránsito y de las indemnizaciones que reciben los afectados, ya que, en varios casos, terminan en condiciones críticas, sin los recursos suficientes para cubrir los tratamientos médicos o psicológicos de las secuelas que dejan los accidentes.
Se puede concluir que las estrategias para enfrentar los accidentes de tránsito y sus consecuencias serán inadecuadas, si no se involucra en este proceso a la familia, a la comunidad, a las instituciones educativas, públicas y privadas, a la clase política y al mismo Estado, a fin de que tomen conciencia del problema y se comprometan a trabajar con un enfoque multidisciplinario e intersectorial. (O)
