Este es un término, ya no tan nuevo, de una forma contemporánea de “expresión artística”. En una de las últimas Bienales de Cuenca tuve ocasión de contemplar, entre sorprendido y molesto, que la exposición incluía algo que seguramente llamaban “objetos artísticos”, pero no eran otra cosa que pedazos de madera o un fragmento de soga, piedras o trozos de ladrillos y otros similares. Por más que una amable señorita, que hacía de guía, trató de explicarme y de convencerme de la verdadera maravilla de “obra de arte” que representaban aquellos vulgares objetos, seguramente traídos de alguna construcción, no logré sentirme satisfecho. Ni mucho menos.
Con verdadero entusiasmo ella trataba de convencerme de que la contemplación de aquellos abría una compuerta mental por la que salían ideas y conceptos, que podían regresarme al pasado y retrotraerme al presente, y activando la creatividad me volvían más permeable y sensible al arte de nuestros días. Que el concepto tiene prioridad sobre el objeto y trata de favorecer la reflexión intelectual antes que la estimulación de sensaciones visuales y que el espectador participa en el proceso de creación del concepto. En buenos términos la idea es que puede haber experiencia artística aun sin la presencia de un objeto artístico.
Mi perplejidad –a ratos mi disgusto- me condujo a no saber si expresarle que consideraba ese tipo de arte una forma, no sé si sutil o desvergonzada, o bastante disimulada de engañar a la gente. Pienso que por más que muchas galerías, museos, críticos, revistas especializadas y coleccionistas se hayan puesto de acuerdo para asegurar que se trata de un arte maravilloso, se trata de una forma de engaño para las personas aficionadas y para los comerciantes que, dicho sea de paso, no pierden la oportunidad de hacer el juego.
Hay muchísimas personas que prefieren guardar silencio. Comprendo que es imprudente expresarme como lo hago aquí pues algunos dirán que soy ignorante, pero considero justo poder expresar mi criterio. En otras épocas habrá sucedido algo similar, pero hubo instituciones, artistas, críticos que se resistían y se enfrentaban con la desfachatez y el embuste. (O)