El pasado 8 de diciembre recordamos los 41 años del infame asesinato de uno de los mejores genios musicales que ha tenido la humanidad, fueron precisamente las calles de un país al cual llegó por primera vez a una presentación artística en el año 1964 tras alcanzar el número uno en el ranking de canciones de la época, el espacio que observó por última vez mientras un fanático realizaba cinco detonaciones de arma de fuego sobre su humanidad. Vale la pena recordar que al país norteamericano, en el año 64, arribó el cuarteto y todo un equipo mediático que pretendía realizar la cobertura de la tan impactante locura y conmoción generada al interior de la nación por el arribo de cuatro estrambóticos, rompe esquemas y eminentes hijos de Liverpool.
Hablar de los Beatles jamás podrá considerarse como un exceso, y menos aún de un ícono como Lennon quien con tan solo 17 años escribía su primera canción, muy probablemente sin dimensionar la magnitud que sus obras iban a alcanzar aun después de cuatro décadas de su muerte.
John Winston Lennon fue un artista, músico, multi-instrumentista, cantautor, compositor, poeta, dibujante, productor, escritor, pacifista, activista y actor, con excelentes resultados en cada segmento al cual incursionaba, y de los cuales hoy la humanidad entera podemos disfrutar cuantas veces quisiéramos y sin cansarnos de sus genialidades que únicamente podrían desarrollarse en una mente prodigiosa. Dedicamos estas pocas líneas a rememorar toda la herencia psicodélica de la cual podemos regocijarnos cuantas veces lo quisiéramos. (O)
