¡Qué ejemplar padre de familia! Comentan algunos al mirar en alguna esquina a varones con niños en sus brazos que piden limosna para su sustento ¿Les abandonó su mujer o su trabajo le impide cuidar a los niños? ¡Qué tranquilidad del niño en brazos de su padre, nunca llora! Son comentarios de transeúntes que los miran y le entregan alguna moneda ¡Qué grave que algunas personas lleguen a esta condición por falta de puestos de trabajo! Es una lamentable consecuencia de la malhadada pandemia.
Luego de un tiempo de investigación se ha descubierto que con frecuencia se trata de un truco inhumano para justificar la condición de limosneros por gente que está en condiciones de trabajar y que la tranquilidad de las criaturas se debe a que están dopadas. Las “ganancias” de la limosna mejoran si está de por medio un indefenso niño y superan las que provienen de un salario básico. Lo peor es que hay madres que alquilan a sus niños para esta infausta tarea y que, inclusive, han nacido mafias que optimizan este “negocio”.
En cualquier civilización un niño es objeto de especiales cuidados y esta tarea compete con mayor fuerza a las madres por su condición. La creencia que el amor materno no tiene límites y sacrificios por la indefensa criatura, pero la maldad humana no tiene límites y hay ocasiones en que lo absurdo se torna real.
Parece imposible que surjan mafias en este “negocio”. Espero que la investigación se profundice y no acierto a concebir el tratamiento que se aplicará a estas personas inhumanas. La maldad no tiene límites, pero, creía que con los niños no se llegaría a estos extremos. ¡Qué pena haber estado equivocado! (O)