Una oportunidad para migrantes en las aulas de la Universidad del Azuay

Como una oportunidad para emprender y dejar las calles, en donde ha tenido que vender maní y fundas de basura, es lo que vio Johana Aguiar en “Educar sin límites”, un programa desarrollado por la Universidad del Azuay con el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones.

El proyecto surgió cuando ambas instituciones firmaron un convenio para que la academia sea parte del apoyo que se brinda a las personas en situación de movilidad humana.

La idea, desde un principio, fue establecer un programa educativo que, por un lado, certifique a los migrantes como expertos en ciertas áreas, y, por el otro, que les dé la oportunidad de aprender a emprender.

Para ello, la Universidad del Azuay se contactó con las fundaciones y organizaciones que tienen relación con las personas en situación de movilidad.

De boca en boca, y por las redes sociales, los migrantes, principalmente de Venezuela, se enteraron del proyecto educativo que puso a disposición las áreas de automotriz, electricidad, elaboración de bebidas, productos cárnicos, productos con base de cacao, frutas y hortalizas y elaboración de pan.

En total, los coordinadores receptaron 266 inscripciones, las cuales fueron analizadas una por una para escoger, al final, 115 personas. Un 30% de los escogidos eran de la ciudad, mientras el resto era población que migró hacia Cuenca.

Una vez seleccionados los participantes, por diez semanas, en las aulas de la Universidad del Azuay, se llevaron a cabo las clases.

En ese proceso, los organizadores se encontraron con un sinfín de historias y de personas que, a pesar de tener una formación académica, no tenían una oportunidad para demostrar sus habilidades.

“Lo que queríamos con Educa sin límites era que cualquier persona, sin ningún límite, sea parte del programa, que pudiera estudiar. Muchos de ellos no creían que estaban en una universidad porque no pensaron que en algún momento tendrían una oportunidad”, dijo María Fernanda Rosales, coordinadora del proyecto.

Entre los que no creyeron que tendrían una oportunidad dentro de la academia estaba Johana Aguiar, quien estudió la elaboración de productos con cacao. Cuando ella se enteró a través de los grupos de migrantes que la Universidad del Azuay, sin ningún costo, iba a realizar capacitaciones para ellos, no dudó en postularse.

“Para mí era una oportunidad que no podía desaprovechar. Yo soy químico certificado en Venezuela, y cuando me inscribí y supe que me habían seleccionado me emocioné mucho porque ahora tengo más oportunidades”, dijo Johana a diario El Mercurio.

Tras culminar el programa, que fue clausurado con una exposición de los productos elaborados por los migrantes, Johana tiene más esperanzas de empezar una nueva vida laboral, ya sea en un empleo formal o un negocio que le ha venido dando vueltas: vender sus propios chocolates en Cuenca.

Nuevas convocatorias

Con el éxito del programa, la Universidad del Azuay ya se prepara para ofertar nuevas oportunidades a los migrantes y a la población cuencana en un nuevo proyecto que se concretará el próximo año, según explicó Julio César Prado, quien forma parte del equipo organizador.

El objetivo es que el siguiente año también se pongan a disposición las áreas de contabilidad, administración, diseño, entre otras.

Prado aclaró que toda la información de los siguientes programas se compartirá únicamente por las redes sociales del proyecto Educa sin límites. (I)

Andrés Mazza

Periodista y fotógrafo. Escribe sobre cultura, educación, migración y astronomía.

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