Y las Navidades pasaron con su carga de alegría, esperanza y (por qué no decirlo) marcadas por el consumismo; una vez más hemos regresado a la cotidianidad y a esperar un nuevo año en el que vamos a seguir intentando el “olvidado asombro de estar vivos” que decía Octavio Paz, el magnífico poeta mexicano. El tiempo, dividido por los seres humanos, nos domestica e influye en los sentimientos año a año, semana a semana; sin embargo, la presencia de la pandemia, el calentamiento global y otras deudas de la humanidad debe seguir manteniéndonos alerta, puesto que la irresponsabilidad que nos caracteriza hace que volvamos a intentar trepar al árbol del paraíso con todas las tentaciones que conlleva. La utilización de la horrible mascarilla es prioridad y no negociable; es decir, una vez más se impone lo civil, lo sanitario y el ejemplo como ciudadanos preocupados; por otro lado, el agradecimiento a Dios, al Niñito Jesús o a la idea en la que creemos, se debe exteriorizar, más que nunca en estas celebraciones, el regreso a la familia, al mundo interior, el reconocer que todavía estamos acá y que somos una sola tribu en el espacio, es más que suficiente. La prioridad es cuidarnos y cuidar nuestro planeta porque cada instante y cada decisión son únicos. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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