Sí en años anteriores, el éxito de una película se medía por la taquilla que recibía, o por las semanas que se encontraba en cartelera, ahora un factor adicional, es el puesto que ocupe a nivel de preferencias en un país o región en la respectiva plataforma de “streaming”.
Y si a eso se suma que, a consecuencia de la pandemia muchos films son estrenados primero en los distintos portales de transmisión de contenidos (Netflix, Amazon prime, Disney +, HBO, etc.), en consecuencia, su éxito se puede medir precisamente a partir del número de reproducciones que tenga la película o serie.
Ese es el caso de “Don´t look up” (No miren arriba, No. 1 en Ecuador), la cual puede ser definida como una de las mayores críticas que ha hecho la industria del cine al sistema mundial, o como uno de los peores fracasos, debido a la alta inversión que tiene, y por contar con protagonistas como Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Ariana Grande, Meryl Streep, Cate Blanchett, entre otros, quienes participan de una parodia, tipo comedia-catástrofe, en la cual, a manera de burla del argumento de películas similares, 2 astrónomos descubren que un meteorito destruirá la Tierra.
Es fundamental reconocer que la película, tiene un activismo particular, precisamente frente a posiciones negacionistas (como las que van contra el cambio climático o el COVID-19), así como pone en relieve como los fenómenos mediáticos (estrellas de la pantalla), son más importantes para la sociedad que los resultados de los experimentos de los científicos.
Así como que, a los políticos les interesa primero resolver sus asuntos político-partidistas, que reaccionar frente a amenazas que podrían poner en riesgo a un país o al propio planeta. E incluso, la manera como el capital (interpretado en la película, a través de un multimillonario que quiere experimentar en el espacio, con los minerales que se puedan extraer del meteorito), puede estar sobre las decisiones técnicas, e incluso en pro de la humanidad.
“Don´t look up” no solo puede quedar como una parodia al sistema y la forma cómo los intereses personales y gubernamentales pueden boicotear el avance científico, sino como la mejor o peor película del director Adam McKay, según la ideología, la percepción o incluso el estado de ánimo con la que usted, amable lector, la vea. (O)