En mis años de relacionadora pública en la Universidad del Azuay, con el rector de ese entonces, Mario Jaramillo, acostumbrábamos a saludar cariñosamente a los periodistas de la ciudad con quienes manteníamos una cercana y cordial relación. Recuerdo que en las reflexiones que se hacían sobre la labor del periodista siempre coincidíamos en que el periodismo que se practicaba en Cuenca, era, en cierto modo diferente, por el cuidadoso apego a los hechos, la perspectiva sensible y comprometida con la sociedad, la frontalidad y constante renovación.
Con orgullo decimos que Cuenca se caracteriza por tener un periodismo transparente, sensible, honesto y frontal, que afortunadamente está en constante renovación. La academia es, en parte, responsable de ese resultado, pero es la sociedad y su ojo crítico y observador que permite pulir aún más el ejercicio diario del periodismo en nuestra ciudad. Podrán ser Eugenio Espejo y Fray Vicente Solano los próceres del periodismo nacional y local, pero es cada comunidad la que cuida y reclama por un ejercicio valiente y honesto de la comunicación en general y del periodismo en particular.
Celebramos este día, como un espacio de reivindicación de la libertad, la transparencia y la protección a una profesión que es fundamental para la democracia y para la comunidad en general. Por ello no alcanza con desear un feliz día si no protegemos el acceso libre a la información de interés público, si no velamos por sus derechos laborales que garanticen un trabajo digno y apegado a sus principios. De nada sirve desear un feliz día si restringimos información o si aprobamos la censura como una práctica institucional.
Feliz día periodistas frontales, honestos, transparentes y sensibles con una comunidad que cada día aprecie más el valor de su esforzado trabajo.
