Se cumplió un año del ataque al Capitolio de Washington por parte de una turba de enardecidos seguidores de Trump, ataque que produjo cinco personas muertas, 40 heridos, 725 involucrados, 165 personas que se han declarado culpables y graves destrozos a la emblemática edificación. El fiscal general de los EE.UU, a cargo de las investigaciones, ha expresado que no escatimará esfuerzos para sancionar a los responsables “sean del nivel que sean”, en clara alusión a una posible responsabilidad del ex presidente Trump, que incitó la salvaje y violenta movilización.
Hace pocos días, las autoridades sanitarias australianas prohibieron la entrada a su país al mejor tenista del mundo, el serbio Novak Dyokovic, porque supuestamente no tenía los papeles en regla respecto al esquema de vacunaciones que exigen los australianos y a pesar de que Dyokovic llegaba para participar en uno de los más importantes torneos del tenis mundial. Ahora espera, en un hotel determinado para personas en similar situación, que hasta hoy los jueces se pronuncien sobre su caso, corriendo el riesgo de que su visa australiana le sea retirada y deba abandonar el pais. En los dos casos, como siempre debiera ser, las leyes aplicadas sin miramientos de ninguna especie.
Al principio de la pandemia, la alcaldesa de Guayaquil, ordenó, infringiendo por lo menos una docena de disposiciones legales, que vehículos municipales violenten los accesos a la pista del aeropuerto internacional, la invadan e impidan el aterrizaje de una aeronave que venía sola con su tripulación y que tenía el fin humanitario de evacuar a pasajeros extranjeros varados en el puerto.
El gobierno venezolano ha expresado, en relación con la detención del gánster internacional Alex Saab, hoy sometido a la justicia estadounidense, que no se sentará más en las mesas de diálogo con la oposición venezolana, mientras los gringos no “le suelten” al “Alexito”. Estos gorilones acostumbrados a pisotear las leyes a su antojo creen que con chanchullos van a lograr liberar a su “mafioso embajador”. En los dos últimos casos, como nunca debiera ser, las leyes archivadas y escamoteadas según las conveniencias. (O)