Víctor Escobar se convierte en el primer paciente colombiano que recibe la eutanasia, sin tener una enfermedad terminal y gracias a su decisión de tener “una muerte digna” según sus propias palabras. Este asunto controversial, debido a cuestiones de religión y culturales, nos obliga a la reflexión catártica sobre la prioridad de la vida como contrapunto al dolor físico. Ciertas enfermedades son intolerables a tal punto que se debe acudir a drogas muy fuertes para seguir manteniendo “vivo” a la persona y en ocasiones el martirio se alarga durante años, en los que la familia sufre permanentemente, a diario, minuto a minuto y el paciente se convierte en crucificado con su propio calvario. Las leyes son heladas y, hasta hoy en Colombia, no dejan resquicio de compasión; el fallo de la Corte Constitucional colombiana es demoledor “homicidio por compasión” ha dicho y abre un camino por el que se podrá transitar bajo reglas morales y éticas al dejar de lado otras consideraciones que no son específicas al campo de la salud y el bienestar físico, psicológico y espiritual. Realmente los tiempos cambian y la humanidad sigue planteándose nuevos retos y distintas disquisiciones en torno a un tema tan polémico y, sin embargo, puntual. La valentía de Víctor Escobar ha obligado a dar el primer paso en la historia de la medicina en Latinoamérica. (O)