El 2022 inicia con la puesta en jaque al sistema sanitario, con una ola del COVID-19, a consecuencia de una nueva variante (Ómicron), que si bien no genera el número de hospitalizaciones que en meses anteriores, los contagios superan récords nacionales. Frente a ello, la gestión de una tercera dosis, la obligatoriedad de la vacunación y la consecuente presentación del carnet, así como la ampliación de la inoculación a menores de 5 años, es uno de los retos del primer trimestre.
En este mismo período de tiempo, el gobierno deberá enfrentar la inconformidad de una clase media y clase media alta, frente a las reformas tributarias que, si bien es cierto se aprobaron a finales de 2021, sus efectos se sentirán a partir del mes de enero. No hay que olvidar, que gran parte del electorado de apoyo de Guillermo Lasso proviene de este sector, por lo que no será fácil brindar respuestas que satisfagan a todos.
Mientras que, en la agenda legislativa, aún quedan algunos temas por abordar. Y es que, el Ejecutivo aún persiste con la idea de la aprobación de una reforma laboral, la cual a su criterio volvería más competitivo al país, sin embargo, podría generar conflictos con los gremios, sindicatos y con los trabajadores en general, respecto de sus derechos adquiridos.
Para ello, el gobierno nacional debería mejorar tanto su vocería a nivel política, para las relaciones interinstitucionales, así como la comunicación política que, si bien es cierto, fue criticada durante mucho tiempo por Lasso, la misma es necesaria para contar sus obras y conectarse con la población.
A esto no se debe olvidar que, 2022 es un año preelectoral, pues el siguiente año los ecuatorianos acudiremos nuevamente a las urnas para las elecciones de autoridades de los gobiernos autónomos descentralizados. Será pues la oportunidad para que el partido de gobierno mida fuerzas, así como para que fuerzas tradicionales como el correísmo (ahora con UNES), y otros, marquen territorio, o en su defecto, se reconfiguren fuerzas y aparezcan nuevos líderes y lideresas.
No se puede olvidar las tensiones con el movimiento indígena, y la manera de cómo construir puentes para evitar protestas sociales; así como la gran apuesta que Lasso da a las relaciones internacionales, y la consecución de nuevos acuerdos comerciales, en los cuales se debe tener en cuenta la producción nacional y evitar negociaciones que pongan en riesgo a este sector.
No será un año fácil para el Ecuador y sus autoridades, sin embargo, espero que la toma de decisiones se la haga pensando en el bien del país y no en intereses personales. (O)