Todavía sigue viva en mi memoria la deslumbrante belleza de Zaruma. Su centro histórico constituido por primorosas casas patrimoniales, es el espejo que refleja su impar riqueza histórica y arquitectónica, riqueza que mantiene permanente disputa por ser más bella en cada rincón. La iglesia central, confluencia del arte gótico y mudéjar, presidida por un altar mayor construido con pan de oro y plata por las manos de sus mejores artesanos, es otro de sus señoriales regalos. La cascada de Huayquichuma, simbiosis entre magia y naturaleza, impone su soberano encanto y realeza.
Esta maravilla del mundo, se encuentra en riesgo inminente de desaparecer. Manos criminales se han encargado de explotar sus ricas vetas de oro a través de una red de insólitos subterráneos que han debilitado fatalmente y de forma continua su emplazamiento patrimonial, incluso hay 7 casas con bocaminas de ingreso, cercanas a la bella vivienda que en la noche del 15 de diciembre pasado se hundió como consecuencia de esa infame rapacería, evidenciando así, el siniestro peligro que aprieta con sus insaciables garras a la proverbial Zaruma.
No obstante, en entrevista reciente, en el programa Carlos Vera a su manera, el viceministro de Minas informó sin el más mínimo sonrojo ¡qué desfachatez! que están en trámite varias concesiones mineras a favor de empresas irregulares ¿habrase visto?, es decir que, desde ese nivel gubernativo en lugar de ampliar las 177 hectáreas de la zona de exclusión, se estaría dando luz verde a que la codiciosa “fiesta” minera siga. Así las cosas, resulta que el público y decidido compromiso del presidente Lasso de salvar a Zaruma, estaría siendo groseramente burlado. Es imperativo, entonces, que con firmeza imponga su autoridad, porque de continuar la explotación, Zaruma será pronto: un salto al vacío. (O)