La infalibilidad que se atribuye de manera exclusiva a Dios, es ajena a la condición humana. Un mundo en que nadie cometiera errores sería inimaginable. El error es parte de nuestras existencias y, como todo lo negativo, tiene algo de positivo. En gran medida, el sentido de nuestras vidas consiste en cometerlos y corregirlos; su conciencia dinamiza la creatividad. En la vida colectiva la administración de justicia es esencial ya que hacerlo por cuenta propia es irreal.
Desde hace algún tiempo, el poder judicial de nuestro país ha sido cuestionado con frecuencia, pero, las sanciones a sus responsables han sido muy pocas. Sin que se trate de una intervención en nuestro sistema político, la embajada de Estados Unidos ha informado que ha retirado la visa a un número significativo de funcionarios de este poder, sin dar a conocer sus nombres. Si entendemos esta decisión como una sanción, es preocupante que en nuestro país no haya ocurrido en forma suficiente.
Fundamental a la eficiencia de la administración de justicia en una democracia es la plena independencia de este poder. Que, entre los plenos poderes de la monarquía, la administración directa de justicia por parte del rey quedó en la historia del abuso de poderes. Es explicable que algunas decisiones judiciales no sean del agrado de los jefes de Estado, pero, ellos son los primeros en dar ejemplo del cumplimiento de normas morales y sociales. Durante el correato el primer mandatario manifestó algunas veces su desaprobación a decisiones de jueces con claros indicios de intervenir en este sistema.
Reiterando que corregir errores es fundamental en la vida pública, es esencial que los nuevos gobiernos lo hagan y que el propio poder judicial sea el encargado en sancionar a jueces incapaces y corruptos. (O)