En el siglo XVI, las «tapadas» limeñas sorprendieron al mundo con la libertad que les daba ir cubiertas por completo, lo que les hacía anónimas en una época de restricciones, convirtiéndose así en todo un símbolo de la capital peruana que celebra su 487 aniversario.
«La tapada es posiblemente el símbolo más icónico del centro histórico de Lima, fueron unos personajes fantásticos que habitaron nuestras calles desde la misma fundación de la ciudad en 1535 hasta finales del XIX», explicó Martín Bogdanovich, gestor de Prolima, organismo de promoción turística de la capital que impulsa una recuperación de este personaje histórico.
«Parte de nuestro plan de recuperación del centro histórico es rescatar estos símbolos, no queremos solamente arreglar espacios públicos o iglesias, si no también traer de vuelta estas tradiciones que nos dan una identidad y nos ponen en el mapa», dijo Bogdanovich.
Un concurso denominado «De Saya y Manto», que arrancó en octubre pasado, inunda las calles del centro de Lima de estatuas de «tapadas» según la visión de distintos artistas peruanos, una iniciativa inspirada en la de las Meninas en Madrid.
Una saya plisada (antecedente de la falda) y un manto de seda que cubría los hombros y la cabeza, dejando a la vista únicamente un ojo, era el atuendo de las denominadas «tapadas» limeñas, una tradición de origen castellano y morisco que llegó a la entonces capital del virreinato en el siglo XVI.
«En una época en la que las mujeres tenían muchas limitaciones y su vida se enmarcaba en el ámbito privado, salir sin ser reconocidas les permitió quedar con personas o ir a sitos que de otra forma habría sido totalmente imposible, es decir, ir tapadas ponía a salvo su identidad» declaró Sandro Parruco, historiador de la Universidad Católica del Perú.
COSTUMBRE TRANSVERSAL
Esta costumbre estaba arraigada y era transversal a la condición social de las mujeres, «se tapaban las marquesas y condesas pero también sus esclavas, las mujeres ancianas, adultas y niñas», relató Bogdanovich.
«En ninguna parte del mundo las mujeres cuentan con tanta libertad, ni siquiera en París», así describió en 1830 esta realidad Flora Tristán, escritora franco-peruana y una de las precursoras del feminismo peruano, ya que el anonimato les permitía ir a clubes, mítines políticos o al teatro sin ser reconocidas y por tanto sin ser juzgadas.
Estas prendas que cubrían a las mujeres eran además cómodas, no necesitaban muchos arreglos, y fueron evolucionando con las modas: mantos de manila, faldas de inspiración isabelina o victoriana formaron parte del atuendo.
El anonimato que permitía ir cubierta dejó infinitas historias de seducción y anécdotas con tono jocoso, ya que padres, hijos o hermanos coqueteaban con mujeres tapadas sin reconocer a sus madres, hijas o esposas, relatan los historiadores.
De hecho, hasta el antiguo diario Mercurio peruano describió en sus páginas a finales del siglo XVIII una ciudad imaginaria andrógina en la que hombres iban vestidos de tapadas para no ser reconocidos e ir a fiestas homosexuales y de travestismo.
«Algo de cierto habría, era una descripción indirecta de la ciudad de Lima en una época en la que las tapadas se podían encontrar en contextos de prostitución», explicó Parruco.
SANCIONES
Pero este exceso de libertades no gustaba a la Iglesia, que intentó prohibir sin éxito esta costumbre durante sus más de tres siglos de historia, llegando incluso a la excomunión, indicó Bogdanovich.
«Las mujeres estaban tan cómodas y conformes con esta práctica que se indignaron y pidieron continuamente a sus maridos que protestaran contra estos intentos de prohibición», comentó el historiador Parruco.
Pero no fue la Iglesia quien acabó con esta costumbre, si no las modas francesas e inglesas que cada vez atraían más a las mujeres limeñas, hasta el punto de que a mediados del siglo XIX solo las mujeres de clases bajas se cubrían.
PARTE DE LA IDENTIDAD DE LA CIUDAD DE LIMA
Las «tapadas» estaban muy arraigadas a la personalidad de Lima e incluso tienen que ver con su arquitectura, solo hay que ver los típicos balcones de cajón que adornan las calles de su centro histórico.
«Los balcones construidos en la época virreinal con celosías son otro símbolo de la ciudad y tienen que ver con esta costumbre de origen castellano y morisco de ver sin ser visto, el juego del recato pero también de la seducción y el misterio», explicó Bogdanovich.
Lima fue fundada por el conquistador español Fernando Pizarro el 18 de enero de 1535 con el nombre de «Ciudad de los reyes» en un verde valle habitado por población indígena y sustituyendo a Jauja como capital del Virreinato. EFE