El desempleo, el encierro y la falta de recursos, que llegaron con la emergencia sanitaria, dejaron cuadros de ansiedad y depresión entre docenas de familias. Por lo menos eso creen las universidades de Azuay y Cañar, las cuales han emprendiendo, en medio de la pandemia, programas de ayuda gratuitas.
Tanto la Universidad del Azuay, la Católica de Cuenca, la Universidad de Cuenca, así como la Universidad Nacional de Educación en Cañar establecieron planes de apoyo psicológico para niños, adultos y adultos mayores.
En un principio, en el caso de la Universidad Católica, se estableció un canal de ayuda psicológica para los médicos que tuvieron que lidiar con la saturación en los hospitales de Cuenca.
No obstante, las cuarentenas y las secuelas de la emergencia sanitaria en el ámbito laboral y económico, llevaron a que la institución ampliará sus servicios gratuitos.
Por ese mismo camino siguieron un grupo de estudiantes y profesionales de la psicología de las universidades del Azuay, Católica y Estatal, quienes se juntaron en la campaña “Todos somos uno” para atender sin ningún costo a las personas.
“Estamos con este programa de atención porque se ha requerido aún más con la pandemia. Manejamos terapias familiares, de arte, de diálogo…. Ahorita el tema más fuerte es la falta de empleo y la depresión”, dijo a El Mercurio Jonathan Robles, quien lidera el programa gratuito.
Hasta el momento, para la atención que se realiza los lunes, miércoles y viernes, de 09:00 a 12:00, en las instalaciones de la UNE (Presidente Córdova y Borrero), se cuentan con 120 voluntarios, quienes rotan para poder ayudar a las personas que necesitan ser escuchadas y que necesitan una guía.
Atención a estudiantes
La Universidad Nacional de Educación es una de las últimas instituciones que se han sumado a brindar servicios psicológicos. En primera instancia, desde el departamento de Bienestar Universitario, han decidido empezar con sus propios estudiantes, docentes y personal administrativo.
El objetivo, primero, es que la salud mental de las familias, que están ligadas a la universidad, se encuentre bien, y, segundo, que no haya deserción entre los estudiantes
“Sobre todo hemos considerado que nuestros estudiantes se encuentran entre los quintiles 1 y 2 de pobreza, hemos implementado la ayuda social. La realidad de los estudiantes es distinta por el tema de acercamiento que tenían, por los trabajos en grupo, es otro tipo de convivencia que no está por la pandemia”, dijo Mario Dután, director de Bienestar Universitario de la UNAE.
A más de las necesidades económicas, el equipo que lidera Dután identificó que los estudiantes se frustraron porque no tenían el material tecnológico para seguir las clases virtuales. Ello limitó su desarrollo hacia la profesionalización.
Ante esa realidad, los psicólogos han venido incentivando a que las familias, así como las personas, estén atentas a su salud mental y que consideren pedir ayuda.
“Nosotros somos ese pañuelo sucio que se ocupa para limpiar la ventana y que ellos puedan ver mejor el panorama porque hay que recordar que el ser humano requiere ser siempre escuchado”, agregó Jonathan Robles. (I)