La morbilidad y mortalidad de niños contagiados con COVID-19 ha ido en aumento en el país, poniendo en alerta a los padres de familia que buscan la manera de “blindar” a sus hijos de diferentes maneras como fortaleciendo su sistema inmunológico.
Gabriela Auquilla, médico pediatra que trabaja en el Centro de Especialidades Médicas María Auxiliadora de la Asociación de Damas Salesianas, dio a conocer algunas acciones que se deben tomar para el cuidado de los menores de edad ante esta situación.
“En la actualidad es alarmante la cantidad de niños que vienen diariamente a consulta con síntomas respiratorios o generales. En época de invierno solemos tener casos relacionados con influenza o virus propios de dicho períodos, sin embargo, el número de pacientes en estos momentos superó las expectativas”, dijo.
La profesional de la medicina detalló que los síntomas en niños son variados, pero similares a los que se presentan en adultos. “Hay familias completas que están contagiadas, pero muchas veces por falta de recursos económicos o porque las casas de salud pública están saturadas deciden quedarse únicamente con la sospecha de contagio, a pesar que todos los casos respiratorios siempre hay que manejarlos como sospecha de COVID-19, con las debidas medidas del caso”.
En este sentido explicó que este sector etario puede presentar síntomas leves hasta muy graves, que incluyen altas temperaturas muy difíciles de controlar.
A parte de fiebre, los niños también muestran síntomas gastrointestinales, especialmente vómito. Otros manifiestan diarrea y los síntomas respiratorios comunes, tales como: congestión nasal, dolor o molestias en la garganta y tos, que en estos casos generalmente es seca y con poca secreción.
Recomendaciones
Auquilla recomienda visitar de inmediato un pediatra cuando los niños empiecen a presentar mencionados síntomas, con el objetivo de diagnosticar el estado de salud e indicar a sus padres las posibles complicaciones que pueden sufrir en los siguientes días.
“Recordemos que la mayor parte de los casos de coronavirus no necesitan hospitalización, pero si un paciente presenta estas alertas definitivamente tienen que acudir al médico para realizarse su tratamiento oportunamente, pues la atención inicial debe ser dentro de las primeras 24 o 48 horas”.
Los “signos de alarma” más habituales que los padres de familia deben tomar en cuenta para llevar a sus hijos al especialista es cuando la fiebre persiste en el niño; pasa la mayor parte del tiempo dormido e inactivo; no se alimenta bien; se cansa fácilmente o respira más rápido de lo normal.
Asimismo hay que permanecer atentos cuando los infantes presenten deshidratación, en los niños pequeños la fontanela hundida, lloren y no tengan lágrimas o que la piel esté seca. Además, que, sus manos, pies o boca adquieran un color azul.
Prevención
Auquilla invita a mantener las medidas de bioseguridad para prevenir posibles contagios de COVID-19.
Lo fundamental es el uso correcto de la mascarilla en mayores de 2 años, pues muchas veces este objeto no cubre totalmente su nariz y boca. “Las mascarillas de tela ya no están recomendadas con esta nueva variante”.
Adicionalmente hay que continuar con el lavado y desinfección de manos, así como el distanciamiento social. Es fundamental evitar lugares en donde se concentre gran cantidad de gente como centros comerciales.
A la par resulta fundamental la actividad física para fortalecer el sistema inmunológico. “No es necesario salir de casa para ejercitarnos, hoy en día contamos con mucho contenido en redes sociales. Personalmente recomiendo hacer cualquier actividad física una hora al día por lo menos tres veces a la semana”.
¿Cómo mejorar el sistema inmunológico?
Es importante que el sistema inmunológico esté sano para poder afrontar el virus de la mejor manera en caso de un contagio.
Roxana Dávila, nutricionista, destaca la importancia de una buena alimentación e hidratación para que los niños mantengan sus defensas altas en tiempos de COVID-19.
“Siempre se habla de una nutrición equilibrada, balanceada y natural, evitar el exceso de alimentos procesados. Cuando queremos fortalecer nuestro sistema inmunológico tenemos que enfocarnos en nutrientes y en cantidades razonables y variadas”.
En este contexto recomienda comer al menos dos a tres frutas y dos porciones de ensaladas frescas al día, ya que estos alimentos aportan con vitaminas, minerales y antioxidantes, “claves” para fortalecer nuestros cuerpos.
Además, es fundamental el consumo de carnes blancas; cereales; complejo B, para un correcto desarrollo y crecimiento; arroz, pasta y pan integral; quinua; avena; lácteos descremados: leche, yogurt, queso; grasas saludables: aguacate, aceite de oliva; y, variados que aportan energía.
“Mientras la alimentación sea más colorida como un arcoíris significa que mayor cantidad de nutrientes estamos consumiendo, este concepto es importante sobre todo en los niños que son mucho más visuales que los adultos”.
“En nuestra cultura es muy común inclinarnos por los cereales, arroz, papa, yuca, verde, maduro y al último escogemos verduras y frutas”, acota.
La especialista también recalca que “en casa” se debe saber distribuir los alimentos a lo largo del día en desayuno, almuerzo y cena, así como un refrigerio en media mañana y media tarde.
Asimismo se debe evitar las frituras y el exceso de azúcares (blanca, morena, miel panela). “Lamentablemente en la pandemia se está eligiendo con frecuencia la comida chatarra, provocando así sobrepeso y hasta enfermedades, por lo que los papitos se deberían involucrar un poquito más en la alimentación de sus hijos, pues los niños siempre hacen lo que sus papás hacen, no lo que dicen…Los hábitos vienen desde la casa”.
La hidratación de igual manera es vital, pues tomar agua como fuente principal ayuda a la rehidratación y transporta nutrientes a cada célula del cuerpo, además, que es el medio para eliminar desechos”.
No obstante se debe evitar los jugos en cartón y/o azucarados, que son frecuentes en niños. De preferencia se debe ingerir jugos hechos en casa, agua, infusiones y caldos. “El descanso es también fundamental en los niños”, concluye Dávila. (I)