Aquel que controle su lengua, dice el principio bíblico, es capaz de controlar todo su cuerpo. Si quisiéramos aplicar el consejo dado en el siglo primero a nuestros días, podríamos decir que quien controle sus pulgares en redes sociales es capaz de controlarse todo. Porque la conversación hoy se ha vuelto digital y hemos trasladado todos los incendios que las palabras desmedidas, ligeras, calumniosas pueden provocar, a tuits y comentarios de facebook, tik tok, o youtube, con peores consecuencias para una sana deliberación democrática.
El sociólogo alemán Habermas, mencionó que la denominada esfera pública tenía entre sus defectos una conformación reducida, integrada sobre todo por quienes tienen poder (político, comercial). Es por ello que el acceso generalizado a Internet y en especial a las redes sociales, permite que la esfera pública, ahora digital, pueda contar con más diversidad de voces; sin embargo también trae consigo una deliberación más violenta, muchas veces despiadada contra lo que, por algún motivo, razonado o no, está fuera de lo que se considera “correcto”.
Dominar la lengua en nuestras conversaciones digitales supone tener la capacidad de hacer la pausa indispensable antes de expresar una posición. Revisar un dictamen de un juez, de hecho, esperar a un jucio antes de sentenciar al acusado en las redes, ver toda la noticia y no solo el recorte, salir de la burbuja tuitera y leer otras posiciones. Todos estos son ejercicios para controlar el impulso de escribir desde las pasiones y no desde la razón.
La deliberación plural y abierta es fundamental para la democracia. Hacerlo desde la evidencia que provean fuentes serias y contrastadas para no terminar promoviendo desinformación o peor todavía tergiversación en los contenidos, también es importante. Sin embargo, varios estudios refieren, que el discurso de odio, el que promueve la intolerancia y el desprecio, puede ser incluso más dañino que la desiformación en una sociedad plural y democrática. Quien controle sus pulgares podría control todo su cuerpo, incluído su corazón. (O)