Azuay: una provincia por descubrir

¿Quiénes la descubrirán? No me refiero a los habitantes del Carchi, tampoco a quienes viven en Orellana. No sé si los de Bolívar, pero ciertamente que los de Esmeraldas no estarán entre los nuevos descubridores. ¿Entonces quiénes? La respuesta es obvia: quienes deben descubrir su provincia somos los azuayos. Me parece oír un murmullo de protesta diciendo: No somos nosotros los que debemos conocer o descubrir el Azuay porque lo conocemos por haber nacido en estas tierras, no nos pidan que hagamos aquello que ya lo hicimos.

Declaraciones como estas describen con exactitud un pecado ecuatoriano muy común,  no importa donde vivamos. No me atrevo a decir que este sea un atavismo, pero sí una irresponsable forma de autoevaluarnos, demasiado bondadosa e indulgente. Para una mejor comprensión de aquello que intento puntualizar, un par de ejemplos. Creemos que hablamos muy bien nuestro idioma porque lo entendemos y también porque nos hacemos entender. ¿Nos hemos dado el trabajo de estudiar lo suficiente para expresar conceptos y formas, debidamente?

No averigüemos muy lejos. ¿Conocemos la historia de la calle donde vivimos o nacimos, del barrio, de la iglesia cercana, etcétera? Cuenca está repleta de historia, hermosa historia, heroica historia. Y decimos que somos cuencanos pero en realidad lo somos porque allí nacimos pero poco o nada conocemos de su historia. Si alargamos nuestros pasos y nos adentramos en los cantones que conforman la provincia del Azuay, ¿cuánto conocemos? La geografía azuaya es caprichosa si consideramos su topografía, la variedad de climas, sus ríos, sus paisajes. Quince son sus cantones: Camilo Ponce Enríquez, Chordeleg, Cuenca, El Pan, Girón, Guachapala, Gualaceo, Nabón, Oña, Paute, Pucará, San Fernando, Santa Isabel, Sevilla de Oro, Sígsig.  Ese “lugar natal” que antaño era nuestro catecismo de incorporación al mundo donde nacimos parece que se ha ido esfumando hasta desaparecer por una tendencia perversa, por creer que las minucias y la diversidad de colores no importan en la conformación de un paisaje.

Obligación e interés de los prefectos provinciales debe ser dar a conocer la integralidad de sus provincias para que sus habitantes se interesen de ella de manera que su conocimiento sea su permanente preocupación. Conozco Sígsig y lo conozco muy bien; Paute, Oña, Chordeleg, Gualaceo, Santa Isabel, etcétera, solamente de paso. Me falta mucho para decir que conozco el Azuay, que soy un morlaco conocedor de la provincia donde nací. (O)

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