Nabón conserva molinos antiguos

Nabón es un cantón que se caracteriza por mantener vivas sus tradiciones y prácticas ancestrales, y uno de los tesoros que guarda son dos molinos de piedra, que funcionan con la presión del agua.

Quienes habitan en esa localidad recuerdan que en la antigüedad, en Nabón operaba un buen número de molinos con esas características, puesto que la producción agrícola era mayor y muchos de los productos terminados se vendían en Santa Isabel y otros sectores cercanos. Sin embargo, hoy se conservan únicamente esos dos, uno en la comuni- dad de Charki y otro en el sector Manzano.

En Charki reposa el más antiguo, que es de propiedad de Amelia y Hermelinda Maldonado Ordóñez. El molino ha pertenecido a la familia por alrededor de 120 años, pero se cree que tendría no menos de 350 años, según comenta Patricio Maldonado, sobrino de las propietarias.

“Según nos han indicado los historiadores, gente que ha visitado el lugar, este molino tendría más de 300 años. Sería de la época colonial, por la tecnología y el sistema operativo que utilizaban en ese entonces (…) Cuando mis abuelos adquirieron esta propiedad, ya existía el molino”, refiere Maldonado.

El molino recibe mantenimiento regularmente, para evitar su deterioro, y hoy ha sido catalogado como un atractivo más de esa comunidad, aunque de vez en cuando, hay quienes acuden con sus almudes de granos para molerlos.

“El molino está 100% funcional. Normalmente los que vienen a moler sus granos son adultos mayores que no han perdido su hábito o personas que en algún momento de su niñez o juventud vivieron esta experiencia y hoy quieren volver a recordar”, dice Maldonado.

Charki está ubicada a aproximadamente ocho kilómetros del centro de Nabón. El acceso a esta zona está señalizado en la vía Nabón – Cochapata.

Así también, en la comunidad de Manzano, de la parroquia Las Nieves, Flavio Morocho conserva otro molino de antigüedad, que data de 1940. Morocho junto a su esposa, María Romelia Ramón, son los encargados de moler los granos de quienes todavía solicitan este servicio tradicional. Dicho molino perteneció en un inicio a Lucio Ramón, tío de María Romelia, pero desde hace 35 años es de propiedad de Morocho.

Para llegar a El Manzano, es necesario tomar un desvío desde la parroquia La Paz, y avanzar en vehículo aproximadamente 15 minutos. Luego, para llegar al domicilio de Morocho y a donde está el molino, se debe avanzar a pie unos 15 minutos más, por un sendero.

Las aguas de la quebrada de Yacutranca, que más adelante forman el río Mandur, son la fuerza motriz de este molino. Morocho todavía mantiene en funcionamiento a esta herramienta y son sus amigos y conocidos los que solicitan el servicio. Además, asegura que el sabor que surge de un molino tradicional es mucho más agradable que el resultante de los molinos modernos.

La medida que se utilizaba antes era el almud (30 libras). Cada tolva tiene una capacidad de tres almudes, es decir, 90 libras. XCA

“Las harinas, las máchicas son más sabrosas y saludables (…) Moler un almud cuesta tres dólares. Y puede tardar hasta un día. Depende de la cantidad de agua. Cuando es verano se demora más (…) Acá entramos con caballos o si no, cargamos los granos”, indica Morocho.

Modo de operación

El primer paso es la liberación del agua, que en este caso está canalizada desde pequeñas quebradas existentes en la zona. A mayor presión de agua, más rápido es el proceso.

Una vez que el agua es liberada, avanza hacia la rueda o aletas de madera que mueven al molino por la fuerza del agua.

Más adelante, se coloca el grano en la tolva, y desde ahí, con la ayuda de un “garabato” manipulado por la piedra voladora, el grano cae en la piedra fija, para su posterior demolición. Además, existen dos reguladores de madera que permiten calcular el grosor de la demolición y la cantidad de grano que ingresa.

Patricio Maldonado y su hijo, Juan José, operan de manera manual al molino que hoy es un atractivo del cantón. XCA

Finalmente, solo queda esperar que el proceso termine para recoger las harinas. Esto se realiza con pequeñas escobillas improvisadas con lana o cuero de oveja. (I)

Adrián Aguirre, director de Turismo de Nabón, indicó que se promocionan a estas prácticas que siempre tuvieron un uso social y que hoy promueven el turismo rural.

(LCH) – (I)

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