En todos los grupos sociales sin excepción se prohíbe la mentira. El decálogo jesucristiano la tiene entre los pecados mortales, o sea de las peores acciones se puedan cometer. Sin embargo, todos mentimos día a día todo el tiempo. Y hay algunos embustes que de tanta repetición consideramos verdad, como las siguientes:
-Colón descubrió América
-el hombre desciende del mono
-a Kennedy lo mató un asesino solitario
-estamos solos en el Universo
-el Sol gira alrededor del planeta; el Universo rota alrededor de la Tierra
-Hitler se suicidó; etc., etc., etc.
A Giordano Bruno, un monje benedictino del s.15, la Santa Inquisición católica lo quemó vivo, como escarmiento para los demás, por “solo” decir que había mundos más evolucionados que el nuestro, lo que contradecía al dogma de que estamos solos en el Universo; quizás valga un artículo especial para explicarlo comprensivamente, pero la evolución de las especies no es como lo pintaron en el Reino Unido. Cada uno de los mundos (que son 4) evoluciona independientemente del otro y van alcanzando la cúspide para pasar al siguiente hasta completar todo el ciclo evolutivo controlado y una vez así, en el último mundo evolutivo alcanzamos la libertad plena que nos distingue de los otros ciclos de crecimiento; para 1947, en base a los destacados servicios de espionaje e información, Josef Stalin sabía que su enemigo No 1 en la Segunda Guerra, escapó vivo de Berlín y se refugió en Sudamérica. Otro tanto conocía el FBI en informaciones clasificadas enviadas a sus superiores en EE.UU.; hay evidencias de que hace decenas de miles de años hubo intercambios comerciales desde Tiahuanaco con Egipto y con el Tíbet cuando esta nación tenía ambiente tropical, así que eso de que «Colón descubrió…» sólo es martirio para los niños de escuela que tienen que grabarse tonterías para el examen; ni el mismo que creó lo “del asesino solitario”…lo creyó porque con John Kennedy hubo varios grupos confabulados y por tanto un complot de alto poder. (O)