Hace pocos días el diario Expreso publicó un largo reportaje acerca del siempre polémico tema de las compras públicas en el Ecuador.
Y en verdad sus conclusiones demuestran la gravedad que representa para el Estado estar inmiscuido en este sistema trabado y de pocas facilidades sustanciales para las instituciones y empresas públicas.
Hace poco conocí el caso de una empressa pública que necesitaba comprar una mesa para reuniones. Según la modalidad del catálogo electrónico, el proceso tomaba alrededor de 45 dias, y el valor de la mesa era de 1000 dólares. El mismo producto ofertado por una muebleria pequeña era de 280 dólares, con entrega inmediata.Tamaña diferencia. Y de estos casos hay innunmertables ejemplos.
Ahora los contratos de más de un millón de dólares requieren dictamen favorable previo de la Contraloria. El tiempo será el peor enemigo.
Pero ¿por qué este mecanismo que se supone debe apoyar la gestión de las insitituciones y empresas públicas es tan largo e ineficiente para la gestion?. Sencillamemnte porque quienes fueron sus inspiradores, a través de este mecanismo, crearon los famosos contratos de emergencia para manejar coimas y asignaciones directas a un determinado amigo, amparándose en la ley.
De datos obtenidos para este análisis, en las contrataciones públicas desde el 2016 al 2021, se observa la participación de un solo oferente para modalidades como: “cotización, ferias inclusivas, lista corta, menor cuantía, licitación, licitación de seguros, subasta inversa electrónica y concurso público”, lo cual demuestra el poco interés de los oferentes o se mantiene el supuesto de que hay compromisos dirigidos.
Llama poderosamente la atención, por ejemplo, que luego de una licitación en 2016 se firmaron dos contratos por el ex Ministerio de Justicia para el servicio de alimentación para personas privadas de libertad por 35, 5 millones de dólares con la empresa Lafattoria, que además fue la única empresa participante.
Señor presidente Lasso, esta ley es una de los peores enemigas que usted tiene para su gestión. Urge una reforma integral, para que se vuelva más diligente el trabajo público. De lo contrario no avanzaremos. (O)