Ciudad de México.- Entre centenares de pequeños sombreros, calcetines y coronas de flores, todo para que el Niño Dios vaya adecuadamente acicalado, el artesano Carlos Contreras celebra que este año se recuperará económicamente gracias al tradicional Día de la Candelaria y podrá así pagar la universidad de su hijo.
«Tenemos que salir, buscar cómo seguir, tenemos hijos y tenemos que sacarlos adelante. Yo tengo un hijo en la universidad y tengo que solventar esos gastos, estamos casi más horas aquí a la fuerza que por voluntad», dijo a Efe el también vendedor de Novedades Lucy.
Después de que en enero de 2021 las autoridades capitalinas decidieran no permitir la instalación de los puestos debido al gran aumento de contagios y fallecimientos, los vendedores se mostraron aliviados de sacar de nuevo su mercancía.
«Las primeras dos semanas (de este enero) estuvo un poco baja la venta por lo del coronavirus, sí nos afectó. Además este año que pasó no pudimos vender, pero ahorita, tomando las medidas necesarias para poder trabajar y no afectar a terceras personas, ha ido avanzando un poco», explicó Apolinar, quien vende vestidos en la zona desde hace más de 25 años, siguiendo con el negocio familiar.
Como Carlos y Apolinar, miles de personas viven del Niño Dios. Y es que por esta figura emblemática en México —y en otros países de Latinoamérica— se abarrotan cada febrero varias calles del Centro Histórico de la Ciudad de México donde se venden sus vestidos, sus accesorios e incluso se reparan algunos que llevan décadas perteneciendo a una familia.
MÚLTIPLES OPCIONES
Los clientes caminan entre los cientos de puestos que se colocan solamente en esta época del año y las tiendas permanentes en busca del mejor atuendo para su Niño Dios.
El 24 de diciembre muchas familias arrullan a la figura honrando el nacimiento de Jesús, pero es el día 2 de febrero, Día de la Candelaria, que señala el final de las celebraciones de Navidad, cuando las familias cocinan tamales (alimento a base de maíz con rellenos variados) y sacan a relucir a su Niño Dios, a quien llevan a misa y visten con sus mejores galas.
Muchos optan por ponerle el tradicional «ropón» —un faldón blanco—, pero otros prefieren el traje de Niño Dios de la Abundancia, del Trabajo, de la Fe o de los Milagros, entre muchos otros.
Cada uno de ellos tiene sus complementos concretos y es por eso que, en lo que dura la entrevista con Carlos, numerosos clientes preguntan el precio de varios de los accesorios, sobre todo de los sombreros de paja, por los que más se reconoce a Novedades Lucy en la zona.
Pero este año, el más cotizado está siendo el de la Salud.
«Por lo de la pandemia, se llevan mucho el de Salud, el de la Fe y el Trabajo y también piden mucha abundancia», contó Apolinar.
TRANQUILIDAD GRACIAS A LAS VACUNAS
El hombre, quien coincidió con Contreras, consideró que los compradores se muestran ya más felices y «aliviados», emocionados también de poder vestir a su niño y compartir con sus allegados un día tan especial para muchos mexicanos como es el 2 de febrero.
Aunque muchos todavía están temerosos por el alza de contagios debido a la variante ómicron, las calles están llenas este año y los devotos con ganas de agradecer y pedir a su Niño Dios.
«Ahorita la gente está respondiendo porque uno ya sale con confianza. Nosotros ya tenemos las vacunas (…), yo salgo con más confianza, siento que eso me da fortaleza para integrarme a la sociedad, porque estábamos prácticamente escondidos», relató Carlos.
Como él, Noemí, una clienta que lleva en una bolsa a sus dos Niños Dios, que posee desde hace más de 15 años, vino desde Tláhuac, en el suroriente de la Ciudad de México, para vestir a sus figuras después de dos años sin comprarles nueva ropa debido a la pandemia.
«Son raíces que vienen de los abuelos, de los papás. Yo tengo mucha fe a la Virgen de Guadalupe y a los niños», detalló.
Esta tradición parece no morir en México y entre los transeúntes hay múltiples jóvenes, la mayoría acompañando a sus familiares, portando su figura y buscándole vestido.
«Mientras haya buenos padres que inculquemos esto a nuestros hijos siento que tiene que perdurar esto. (…) Estas cosas no se pueden perder nunca porque además fortalecen mucho la economía. Yo veo que como humanidad debemos seguir estas tradiciones», terminó Carlos. EFE