Los puentes son un factor preponderante para el desarrollo económico y social de una región o urbe, sobre todo, en los últimos cien años. Su principal aporte es favorecer la comunicación para articular la actividad cotidiana, el desarrollo comercial y económico.
Por ello, la especial importancia del hermoso libro “Los Puentes de Cuenca”, publicado por el ingeniero Raúl Carrasco Zamora, destacado profesional, reconocido por su vida de servicio a la comunidad como docente de la Universidad de Cuenca, Diputado, Prefecto del Azuay, Ministro de Obras Públicas. La obra recopila la historia de cada uno de los puentes, desde la época colonial, con puentes poco duraderos de madera, luego con estribos de cal y piedra, con arcos y bóvedas de cal y ladrillo, hasta los que se fabrican con vigas prefabricadas y pretensadas, simplificando los procesos constructivos.
La obra debería ser revisada cuidadosamente por los profesionales de la ingeniería civil, para aprender de los errores y los aciertos; los cuidados constructivos que deben tenerse en cuenta para tan delicadas obras, pero, sobre todo, en ella se refleja el gran amor por Cuenca que tienen él y sus hijos Fabián y Vladimir Carrasco Castro, al haber realizado este trabajo intenso en beneficio de la Comunidad.
Describiendo los puentes históricos sobre el río Tomebamba, destaca el Puente del Centenario con su riqueza que perdura desde el 3 de noviembre de 1925 y no fue destruido por la extraordinaria creciente del 3 de abril del 1950, en la que se arrasaron los restantes puentes sobre el Tomebamba, diseñado por el ingeniero Garoslav Jizba y construido por el señor Luis Peña Jaramillo, reconocido en aquellos años por el cumplimiento en sus compromisos. Pero de igual forma se llega a detallar el estado actual de cada puente y las intervenciones urgentes que debe acometer la Municipalidad de Cuenca, como es el caso del puente del Vado, cuyos hierros de la base del arranque del arco de soporte están peligrosamente destruyéndose.
Felicitaciones a los Señores Rectores de la Universidad de Cuenca, doctora María Augusta Hermida y al doctor Francisco Salgado de la Universidad del Azuay, al haber fraternizado a las dos academias para auspiciar tan destacable obra de Raulito Carrasco, cuya primera intención, con seguridad, fue tender puentes y unir a los cuencanos. (O)