Hace millones de años un ser humano primitivo descubrió cómo hacer fuego. Probablemente fue quemado en la hoguera que él mismo había encendido para sus hermanos, pero les dejó un regalo inimaginable que solo con el paso del tiempo pudo ser valorado, el hacer desaparecer la oscuridad de la tierra.
Ahora en pleno siglo XXI aquella oscuridad que en algún momento fue vista de manera implícita como un símbolo de inmovilización humana, es el común denominador de nuestra realidad.
Nos encontramos en una era negacionista, en la cual el imaginario individual crea realidades particulares que posteriormente buscan ser posicionadas como colectivas.
Aunque todos tenemos algo de afinidad con el relativismo y nos hemos visto favorecidos por las bondades de la posmodernidad en su calidad de período histórico, existen diversos elementos sociopsicológicos provenientes del razonamiento posmodernista que se han convertido en los facilitadores de los discursos de negación.
La despreocupación ante la injusticia, la justificación de los sucesos mediante lo místico, el rechazo hacia la razón como un absoluto, la falta de convicción en la ciencia y la visualización de la tecnología como una nueva divinidad, entre otros, son los elementos que fomentan una de las corrientes de pensamiento que más daño han infligido a nuestra especie.
A través de la historia
En términos de conceptualización, de acuerdo con el antropólogo Didier Fassin, el negacionismo es “una posición ideológica a través de la cual el sujeto reacciona sistemáticamente contra la realidad”.
El origen de esta expresión se da a partir de los años cincuenta por los pronazis, que se dedicaban a negar el Holocausto afirmando que este era una teoría conspirativa.
Sin embargo, se estima que la primera demostración pública de negacionismo a nivel mundial fue con la Teoría Científica de la Evolución, creada por el naturalista Charles Darwin. A partir de las convicciones religiosas de grupos fundamentalistas, se utilizaron recursos bíblicos, como el mito de la creación del Génesis, para rechazar un postulado teórico que había sido validado por la mayor parte de la comunidad científica.
Una de las más controversiales muestras de negacionismo moderno se dio a partir de los años 90 cuando el cambio climático comenzó a ser un tema altamente discutido en varios espacios de difusión masiva.
Es por esto que diversas industrias y compañías comenzaron a crear campañas con “cortinas de humo” para justificar su actuar e intentar cambiar la opinión pública ante las políticas diseñadas para combatir el calentamiento global.
La más reciente expresión de negacionismo ha estado relacionada con la Covid-19.
En síntesis, nació como la creencia de que el virus y la pandemia son mecanismos de control. Con el paso del tiempo se extendió a otros aspectos fundamentales para la regulación de la enfermedad como lo es la seguridad de la vacuna.
A pesar de la existencia de un amplio conjunto de categorías vinculadas con este tipo de comportamiento, se manifiestan elementos específicos que son los argumentos que utilizan los negacionistas.
Discurso negacionista
Como primer elemento nos encontramos con las teorías conspirativas. Estas descartan los datos y las evidencias fácticas de hechos concretos a su conveniencia.
Los defensores de este tipo de teorías suelen señalar que aquellos que no comparten sus postulados forman parte de una conspiración masiva para ocultar la verdad. De esta forma se hace alusión al discurso de la minoría perjudicada.
Un segundo recurso utilizado por este grupo son las fake news o noticias falsas. No cabe duda de que la digitalización ha sido una herramienta fundamental para democratizar el conocimiento, pero, a su vez, se ha vuelto el principal motivo por el cual las noticias falsas han adquirido credibilidad.
Ante individuos que deciden recibir información con encuadres ideológicos que representan sus convicciones, se da paso a diversos sesgos noticiosos. En otras palabras, se desea que los medios de comunicación “digan lo que el público cree”.
Es por esto que ellos optan por fundamentar sus argumentos en material informativo que carece de veracidad y objetividad. Por otro lado, las redes sociales y la falta de capacitación de las formas de verificación convierten a una parte de la comunidad en víctimas de las fake news.
Como tercer y último elemento podemos encontrar las pseudociencias. Estas son disciplinas o teorías que pretenden ser científicas sin realmente serlo debido a su falta de fiabilidad. Ejemplos populares hoy en día serían la astrología o la autosanación.
La astrología al ser vista por muchos como un juego pretencioso, no ha tenido mayores afectaciones en la población, en cambio, la autosanación, al ser un sistema de medicina alternativa que afirma que el cuerpo tiene la capacidad de sanar solo, se ha convertido en una de las posibles “curas” de los grupos que rechazan el uso de medicamentos.
¿Qué esperar?
A pesar de que el individualismo es una de las grandes virtudes humanas, debido a que brinda la posibilidad de gestionar filosofías y convicciones sin imponerlas a terceros, ha perdido su esencia ante un sujeto, que, mediante la irracionalidad, es capaz de forzar y perjudicar a sus iguales.
Nos encontramos en una era donde es imposible negar una necesidad de colectividad y constante simbiosis, en otras palabras, para nuestro desarrollo vital y nuestra integración siempre existirá la participación del otro. Es por esto que la aceptación de la realidad, mediante el uso de la razón beneficia tanto al individuo como al colectivo.
Todo se encuentra en la historia. Aquellos actos crueles e inmorales partieron por el rechazo del ser humano a su propia naturaleza. El destino de aquellos que ya no están puede ser el nuestro si nos mantenemos por este sendero.
Sin embargo, no se descarta la posibilidad de que la humanidad entienda que no existen verdades absolutas, pero sí realidades objetivas.
Tácticas negacionistas
Para identificar con facilidad a un individuo que opera bajo un discurso negacionista debemos tener en cuenta las siguientes tácticas:
1.- Las teorías conspirativas.
2.- Los falsos expertos.
3.- La selección a conveniencia de los datos.
4.- La creación de expectativas imposibles sobre lo que la ciencia puede realmente proporcionar.
5.- El uso de falacias lógicas.
Por: Ibrahim Rodríguez El Khori