Drástico resulta hacer un recuento de lo que ha sucedido durante casi dos años con la presencia del minúsculo Covid, golpeando la salud de todos los humanos e ingresando en ellos sin el respectivo permiso, para hacer de las suyas; golpeando de diferentes maneras y sin respeto ni consideración de ninguna clase, provocando lesiones varias hasta la muerte, sustos y pérdidas económicas de incalculable valor, así como todas las alteraciones en la dinámica del mundo.
Naturaleza: medicina para todos, caminata y actividades físicas, descanso anti estrés, aire puro, cuna de vida, fotografía, contemplación, etc. Pese a ser la fuente de todo proceso biológico, engendro hídrico, purificar el aire merced a la magia vegetal, generación de alimentos, fuente de innúmeros productos como materia prima de las más variadas industrias, fuente de magia cromática en la que las flores son la matriz seductora para la conservación de las especies, mientras proveen de alimento y encantos varios a los polinizantes, en una cuna de diversidad biológica, que es esquilmada por la acción destructiva y la ignorancia, por el hambre de dinero y por la ignorancia, por la miseria humana que se nutre de dinero y fatuo poder a cambio de destruir la vida.
Bien con conocimiento, sensibilidad y placentero respeto ecofílico, distanciados de la autodestrucción que caracteriza al ser humano, único con este defecto; los otros seres vivos son depredadores como un mandato de la Natura en la rueda de la vida.
La resiliencia nos ha permitido salir adelante, nos abre las puertas de la superación para sobrevivir y con lecciones aprendidas sobre la marcha, hay celeridad para mantenerse de pie, y urge volcar los ojos al respeto que tenemos que dar a la madre y crisol de la vida, la Naturaleza. El mayor conflicto está determinado por la especie humana y su accionar. (O)