Verdadera conmoción ha causado en la sociedad lo ocurrido en los barrios de La Gasca y la Comuna de la Ciudad de Quito, luego de que intensas lluvias, que elevaron de los usuales de 2 a 75 litros por metro cuadrado, lo cual produjo un aluvión con un volumen cuatro veces más del embalse de la torre de captación de nueve metros, que resultó taponado por árboles y lodo, sobrepasó la estructura y generó el desfogue a través de la quebrada El Tejado, ocasionando una catástrofe que arrasó postes de tendido eléctrico, casas, automóviles, una cancha de vóley en la Comuna y que era frecuentada por muchos afectos al popular deporte. Las intensas lluvias en los bosques de las laderas del Pichincha se acumularon y descendieron a los asentamientos urbanos que hoy son motivo de lamentaciones y de la clásica evasiva por autoridades: Yo no fui; es decir, no hay responsables, existe corrupción, ausencia de control del estamento municipal, taponamiento de lo que la naturaleza ha diseñado durante miles de años en la conducción de las escorrentías, motivando la formación de las “quebradas” que son emporio de vegetación nativa, aves, insectos benéficos, diversidad biológica y evacuación de aguas lluvias. Lamentablemente, el desconocimiento de estos hechos naturales, motiva que hoy existan lamentaciones, muerte, dolor, cuantiosos daños materiales e inculpaciones.
Las autoridades deben controlar el caos que impera por una incorrecta planificación del uso de suelo, así como el respeto que merece la Naturaleza en amplio espectro y al ser humano.
Cuenca posee sectores sensibles, quizá no con la alta incidencia capitalina, por menor tamaño de ciudad y población, no existe la misma topografía, pero, tenemos los ríos que son irrespetados por innúmeras fábricas, entidades, ciudadanos. La ley es para todos. (O)