Los seres humanos tenemos muchísimos elementos comunes con los seres vivos, sobre todo, los mamíferos, pero contamos con una peculiaridad: la personalidad; es decir, la conciencia de ser diferentes como individuos y poder conformar nuestra estructura individual. Los avances tecnológicos que se iniciaron desde su presencia en la tierra, han posibilitado la creación de máquinas de diversos tipos que facilitan cada vez más nuestro acoplamiento a los entornos naturales. Las máquinas son auxiliares de cada persona para desarrollar con mayor eficiencia sus cualidades y consolidar la personalidad individual.
Las máquinas nos auxilian para la satisfacción de necesidades y debemos recurrir a ellas para auto desarrollarnos a plenitud, pero puede ocurrir que ese facilitismo se convierta en dependencia vital y pasemos a esclavizarnos de ellas, que asumen el protagonismo en la vida. El desarrollo de la personalidad corre peligro, pues, nuestras iniciativas se debilitan. Los crecientes avances de la informática pueden limitar la capacidad de pensar, ya que “el internet lo resuelve todo”. Una cosa es el facilitamiento para la resolución de problemas, otra la renuncia a pensar.
Los avances tecnológicos son neutros; se tornan buenos o malos, según el uso que hacemos de ellos. El desarrollo informático es creciente y poco previsible. Lo importante es que creemos conciencia de que nos ahorra tiempo y ese tiempo sobrante lo dediquemos a un mejor uso de nuestra inteligencia, es decir, que sean medios para conseguir fines y no fines en sí mismos, con degeneración o renuncia de nuestro mayor tesoro: la personalidad que puede proyectarse en múltiples dimensiones creativas. No debemos ser esclavos de las máquinas, las máquinas deben ser nuestras “esclavas” para mejorar la calidad de vida. (O)