Danilo Velásquez, psicólogo clínico y neuropsicólogo, destaca que la prevención es vital para evitar suicidios, que se han incrementado a raíz de la pandemia.El especialista sostiene que se trata de un tema complejo que puede afectar a todos, sin excepción, por lo que es esencial plantear espacios de comunicación para evitar desgracias.
“Estas acciones que llegan a cometer las personas se debe a diferentes factores: contextuales, individuales, sociales, familiares”, expresó.
Por tal razón, la causa específica de cada uno de estos casos se debe determinar con un análisis puntual.
No obstante, en términos generales se puede referir que varios aspectos afectan a las personas, entre otros: políticas públicas, conflictos a nivel de pareja, separaciones, duelos, pérdidas de trabajo, consumo de sustancias y principalmente la pandemia.
Comportamiento
Para poder identificar estos cuadros se debe considerar en primer lugar cambios en el comportamiento del individuo, sostiene Velásquez. “Si antes era muy comunicativo y actualmente tiene la tendencia de ser retraído, por ejemplo”.
También puede darse características propias de depresión, principalmente cuando la persona ya no quiere compartir; es muy lábil emocionalmente; tiene dificultades a nivel de sueño y alimentación.
Señales verbales y no verbales
Velásquez indica que igualmente se debe permanecer atentos a las señales verbales, ya que el individuo de repente puede empezar a escuchar canciones melancólicas, escribir poemas, compartir imágenes alusivas a depresión, o en el caso de adultos o adultos mayores que a veces comenten este tipo de atribuciones, empiezan a arreglar los testamentos y redactan cartas de despedida…
Las señales verbales, en cambio, son directas, cuando una persona, por ejemplo, siempre dice: “todo me sale mal”; “mejor sería no existir”; “a nadie le importo”…
“Ponerse en los zapatos de la otra persona”
Velásquez comparte que ante estos casos se recomienda empatía, “que prácticamente es sentir a nuestro semejante y coloquialmente se dice: ponerse en los zapatos de la otra persona”.
A esta participación afectiva se le debe sumar una práctica puntual como es la “escucha activa”, pues no basta solamente con oír al prójimo sino también se debe conversar, que haya una retroalimentación. “No asumir; preguntar; ser directo; mostrar interés y respeto para poder generar algún tipo de acompañamiento en primera instancia”.
Niveles
Velásquez, quien también se desenvuelve como docente de la Universidad de Cuenca, menciona que el psicólogo clínico juega un papel fundamental en estos casos que sistemáticamente son divididos en tres niveles: 1.- riesgo bajo, 2.- riesgo moderado y 3.- riesgo alto.
“El accionar del profesional de la salud mental está puntualmente en el nivel 2 y 3, porque el nivel 1 hace referencia solamente en el pensamiento que empieza a alterar el comportamiento de la persona. Aquí son fundamentales los familiares, amigos y allegados que puedan identificar ciertas particularidades”.
En el nivel moderado y alto, a más de tener solamente pensamientos intrusivos en la vida diaria, los individuos ya investigan y organizan planes para cometer este tipo de actos e incluso lo intentó hacer alguna vez, razón por la cual es fundamental el rol del psicólogo clínico para revertir ese accionar.
Desde su experiencia, Velásquez comparte que hoy en día los grupos las poblaciones específicas más afectadas con este tema son jóvenes y su edad varía entre 17-18 años y 30-35 años.
En este contexto recomendó solicitar ayuda profesional en cualquier centro de salud público y/o privado. “Lamentablemente un factor de riesgo de nuestra sociedad es la información inapropiada brindada por pseudo profesionales o el uso de ciertas herramientas a nivel de medios de difusión, como ejemplo redes sociales que con un tipo de mensaje o frase pretenden superar estos riesgos”, concluyó. (JMB) (I)