¡Despelote!

Cuando en alguna organización de segunda, prima el desorden y el caos por intereses mezquinos de personas sobre la institución social o deportiva, decimos que “se armó el despelote” con un tufo despectivo y burlón. Es normal que en organizaciones de todos los niveles se den crisis y desacuerdos que, en condiciones normales, se solucionan mediante diálogos y concesiones de las partes; pero, si prima la vanagloria y la vulgaridad, se ha dado un “despelote”. En los gobiernos, las discrepancias ocurren, lo que es normal en una democracia en la que el diálogo es la herramienta fundamental.

Una de las herencias del correato es el Consejo de Participación Ciudadana que consta en la Constitución del 2008, hecha al antojo del mandamás, con el propósito de captar todas las instancias del poder. El nombramiento de organismos de control, comenzando por la Contraloría, se encomendó a este “consejo” manipulable desde Carondelet. Su existencia ha sido cuestionada, pero para eliminarlo debe haber una reforma constitucional, tarea casi imposible en esta asamblea que se ha convertido en un concurso de gritones entre tenores y sopranas de una opereta de quinta categoría.

Lo que ocurre en estos días es digno de un sainete cómico. Está manejada por dos presidentes, una de las cuales, del grupo de minoría, se ha apoderado del local como si se tratara de un cubil de una fiera vulgar que permanece en él para defender su presa con uñas y con dientes, como si la legitimidad del poder dependiera de la madriguera.

Me atrevo a añadir, con una mezcla de sorna, crítica y bondad, que el despelote fue fríamente organizado por los integrantes de este consejo, para demostrar con hechos y no palabras la necesidad de que desaparezca esta institución. (O)

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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