Las palabras que se fueron

Eduardo Sánchez Sánchez

En el vocabulario que empleamos, existen las palabras con las cuales hilvanamos frases que transportan ideas, órdenes, peticiones, autorizaciones, información, etc. Un idioma es cinético y tiene cambios de generación en generación a manera de un ser vivo. No puede quedarse en el pasado por cuanto iniciaría su epitafio de lengua muerta. Según la Real Academia Española (RAE), nuestra lengua cuenta con más de 93.000 palabras y entre ellas 19.000 americanismos y arcaísmos en desuso, sin embargo, no las usamos, a punto tan extremo que una persona común en su vida cotidiana emplea solo 300 palabras, es decir, solo el 0,32 % del rico idioma. Quienes leen periódicos, revistas y novelas, alcanzan a utilizar 500 palabras. Un literato que lee y escribe alcanza 3000 palabras. El gran Cervantes, padre de nuestra lengua, usó 8000 palabras. La lectura nos enriquece y el diccionario es la columna vertebral, debemos usarlo con la mayor frecuencia posible.

Mi generación usó muchos quichuismos y para ejemplo: callaymanta, piti, achachay, huayunga, tullpa, oshota, jiziñahui, arishca, ashanga, misha, chugniento, huisto, morasmaqui, etc.

La modernización o el cinetismo del idioma, permite su incremento frecuente muy particularmente con palabras técnicas que invaden diariamente los espacios de los jóvenes, el comercio, la pandemia, la banca, lo fabril, el diseño, etc. Así: criptomoneda, covid, cubrebocas, vacunología, triaje, selfi, meme, transgénero, ciberdelincuencia.  O neologismos como webinario, originado en web y seminario, etc. etc.

La gran influencia del Inglés, hace posible que dejemos de usar palabras en Español, así TIENDA, hoy es grocery, por ende, desaparece tendera y asoma grosera. Se emplea delivery y nos olvidamos de la entrega a domicilio. No existe PATROCINADOR, hoy es SPONSOR. (O)