Con la ocupación del páramo de Quimsacocha por parte de una empresa minera transnacional, se abre el momento de la verdad para el gobierno nacional, los gobiernos autónomos e instituciones locales y la sociedad civil cuencana, pues deben tomar posición frente a la disyuntiva de defender el agua para los habitantes de Cuenca, defender la voluntad soberana expresada en la consulta popular de febrero del 2021, o asumir la defensa de los intereses patrimoniales de una empresa minera transnacional.
Es un momento trascendental que nos corresponde enfrentar a todos los habitantes del cantón Cuenca porque está en riesgo contar con agua en suficiente cantidad y calidad para los sistemas comunitarios de agua de las parroquias rurales, la planta de agua potable de Sustag que sirve a Cuenca y para las demás actividades agropecuarias, acuícolas y turísticas.
El pueblo de Cuenca prohibió la explotación de gran minería metálica en las zonas de recarga hídrica de los ríos Tarqui y Yanuncay, y no cabe que su voluntad soberana pueda ser violada por el centralismo político insensible e irrespetuoso con una ciudad que, como Cuenca, se unió con otros departamentos para constituir la República del Ecuador en igualdad de condiciones y no para sustituir el vasallaje del despotismo colonial por otro de poderes políticos entregados a los intereses de grandes compañías mineras.
Se equivocan aquellos que pretenden pisotear la dignidad de Cuenca, como si fuese territorio de conquista neocolonial, donde se puede imponer decisiones arbitrarias dando las espaldas a claras manifestaciones de rechazo de todo un cantón a que se haga minería en los páramos y humedales donde nacen las aguas que sirven a Cuenca. Qué tal si lo mismo se pretendería hacer con Quito, Guayaquil o cualquier otra ciudad, por supuesto que no lo permitirían y contarían con nuestra solidaridad.
Están a tiempo las autoridades para actuar con sensatez política y permitir que la tranquilidad y seguridad en el porvenir de Cuenca retorne a sus familias. Cuenca es Patrimonio Cultural de la Humanidad con todo su patrimonio arquitectónico, histórico y paisajístico, se construyó con el civismo de sus generaciones que no permitirán que su patrimonio natural sea arrasado por nuevos filibusteros. (O)