En el marco del 8 de marzo que se conmemora el Día Internacional de la Mujer saltan a la luz diferentes posturas y opiniones que cuestionan si los eventos, encuentros y actividades que se realizan son realmente pacíficos o meras excusas para ocasionar vandalismo.
En una sociedad marcada por la discriminación, desigualdad y violencia, el respeto, entre mujeres es fundamental, entender que como mujeres diversas cada una lidera una postura basada en experiencias propias, en historias que nos han llevado a estar donde estamos, a creer en lo que creemos. Por lo tanto, cada mujer puede defender su legítimo derecho sin que implique críticas destructivas o que esta defensa ocasione daño a otra persona.
Mucho se dice de los espacios que se toman para levantar la voz y rechazar actos inhumanos provocados por condiciones de género, y más de quienes acuden a ellos. Antes de señalar o expresar frases como “esa mujer o el feminismo no me representa”, “las feminazis”, “las radicales”, “las locas vandálicas”, habría que ver cuáles son los intereses que se defienden y sus razones. Como mujeres no podemos juzgar sin conocer, pero sí fortalecer la empatía para entender que cada mujer tiene una historia diferente que contar, y una es peor que la otra. Solo juntas, unidas, podremos cambiar la historia. (O)