Hasta hace dos décadas, el cuidado del agua no formaba parte de las mallas curriculares del sistema de educación del Ecuador. Sobre lo que debían hacer los niños, adolescentes y adultos en torno al recurso más importante para la supervivencia de quienes habitan el mundo, era casi nulo.
Sin embargo, la necesidad de salvaguardar el líquido y asegurarlo para las siguientes generaciones hizo que la visión educativa que se aplicaba en el país cambiara. Hoy en día, la educación ambiental no solo es un requerimiento, también es una obligación que ha sido asumida por los docentes.
Por ejemplo, en Cuenca, además de los programas de educación sobre los cuidados del agua que se desarrollan en cada escuela y unidad educativa, en los últimos cinco años se fundaron instituciones que tienen un enfoque medio ambiental.
El centro preescolar “Cukitos” es uno de ellos. Ubicado en San Joaquín, la institución cuenta con sus propias granjas y con una malla curricular enfocado en el cuidado del agua. Los niños, desde sus primeros años de vida, reciben una educación relacionada con el medio ambiente.
“Nuestra estrategia y las bases de nuestra escuela es concientizar a los niños sobre el cuidado del agua. Ellos saben cuáles son los usos del agua. Por ejemplo, nosotros les enseñamos a que no abran la llave, sino que tengan botes para que se laven las manos o hagan alguna otra actividad”, explicó Eliana Villacís, directora del centro preescolar Cukitos.
Además de la concientización del uso personal del líquido, en el centro, asimismo, les enseñan sobre el uso del agua en los huertos y granjas, ya que San Joaquín todavía es una zona agrícola.
“Para los niños que están acá no es una enseñanza, sino se vuelve una forma de vida, y eso es lo que tratamos de indicarles, una nueva forma de vida en la que se valore el agua y el medio ambiente”, agregó Eliana.
Programa ambiental
En 1998, Etapa inició con un programa de educación ambiental, pero no sería hasta el 2004 que se institucionalizaría y empezaría a contar con fondos para realizarlo en la zona urbana y rural de Cuenca.
Desde entonces, cada año, hay una malla curricular que está direccionada en el cuidado de las fuentes hídricas y en el trabajo que se tiene que cumplir para que la ciudad y el cantón cuenten con agua potable.
En promedio, anualmente el programa llega, de manera directa, a 2.500 niños de las instituciones educativas. Pero, una de las estrategias de Etapa ha sido elegir un grado de la escuela para que se convierta en el “Ecogrupo” y concientice al resto de niveles escolares.
Con ello, según explicó a El Mercurio Santiago Peña, coordinador del programa ambiental, se llega a 12.000 niños de Cuenca.
“No nos dieron a nosotros educación ambiental en la escuela. Y los niños son una esponja, y al no haber tenido educación ambiental, el educar a un adulto es mucho más difícil. Entonces la educación ambiental en las escuelas realmente es la base para que los adultos sean ciudadanos”, dijo Peña.
Con el programa, para Etapa, además de buscar que la población rural cuide de las fuentes hídricas, también busca que la población de las zonas urbanas no desperdicie el agua.
Solo en Cuenca, hasta el 2019, el consumo promedio de agua mensual de una familia conformada por 3,7 personas era de 16,57 metros cúbicos, cuando, el consumo máximo, debería ser de 11 metros cúbicos.
Ante esa realidad, la necesidad de cambiar los hábitos no solo debe ser imperiosa en las instituciones educativas. En los hogares también es necesario entender que el agua no es un recurso ilimitado. (I)