El uso más temprano de los huesos de las aceitunas y la madera de los olivos como combustible se remonta a la Edad de Piedra, en concreto hace unos 100.000 años, en la costa atlántica de Marruecos, según un estudio liderado por el Instituto de Botánica de la Universidad de Innsbruck (Austria).
Hasta el momento se conocía que el cultivo era especialmente popular hace unos 6.000 años, durante el Neolítico, pero esta nueva investigación arroja luz sobre su uso en un período previo.
Bajo el título «El primer uso de las aceitunas en África hace unos 100.000 años», los resultados de la investigaciones, en la que participaron científicos de varios países, han sido publicados en la revista científica Nature Plants.
En un comunicado publicado este jueves, la Universidad de Innsbruck explica que el estudio se base en el análisis, efectuado en Innsbruck (Austria) y Toulouse (Francia), de pruebas del carbón vegetal y fragmentos carbonizados recogidas en 2009 y 2010 en las cuevas marroquíes de El Mnasra y El Harhoura.
Las cuevas, descubiertas en 1956 y 1977, se consideran especialmente valiosas porque en ellas se han hecho hallazgos que permiten una nueva luz sobre la evolución del ser humano en África.
Los investigadores han descubierto que el 81 % de las semillas encontradas allí eran aceitunas silvestres, mientras que el 16 % estaba en mal estado y todavía desconocen el tipo de planta del 3 % restante.
El análisis de esas pruebas ha revelado que hace cien mil años el ser humano comía primero la fruta (aceituna) y luego rompía deliberadamente los huesos para quemarlos de una manera más eficiente.
Los huesos de aceituna rotos y secos permiten hacer un fuego lento sin un humo excesivo, lo que facilita cocinar y vivir en espacios cerrados, como en las cuevas, recuerda la nota.
En este sentido, los investigadores no han podido confirmar el uso de la aceituna para la alimentación, pero suponen que sí lo hacían.
«Sería posible que arrojaran al fuego ramas enteras de olivo y que los frutos que colgaban de ellas simplemente se quemaran», explica en el comunicado Laurent Marquer, coordinador del estudio e investigador de la Universidad de Innsbruck.
«Sin embargo, habríamos tenido que encontrar núcleos enteros en lugar de muchos fragmentos, así que todo indica que la gente primero lo comía y luego las rompía», añade. EFE