En septiembre de 2021, el Centro de Desarrollo Integral y Capacidad Ocupacional (CEDICA), que atiende a niños y jóvenes con discapacidad intelectual, impulsó un taller de pintura sobre lienzos.
La idea era acercar a sus 17 alumnos al arte y sus distintas técnicas. Al principio, recuerda la directora del centro, Jennifer Alvarado, los participantes del taller no conocían de pintura, por lo que las prácticas se hicieron sobre hojas y cartulinas.
Conforme los alumnos practicaron a lo largo de tres meses, los resultados, que se volcaron sobre los lienzos, fueron considerables: entre los niños y jóvenes con síndrome de Down había un talento que solo necesitaba ser explotado a través de la educación artística.
“Cuando ellos estaban en otros centros u otros colegios les decían como que no eres bueno en esto, no puedes o no te sale. Pero ellos, al ver que tienen un lindo resultado y que a la gente le gusta, se siente felices, orgullosos y útiles”, dijo Alvarado a El Mercurio.
Plantas, animales, objetos abstractos surgieron de los pinceles de los participantes, cuyas pinturas, por su contenido, terminarían expuestas en dos galerías de Cuenca.
Rompiendo estereotipos
Detrás de un tipo de discapacidad hay una serie de estereotipos. De eso está seguro Juan Pablo Pazmiño desde que cría a su hija María Esther, una niña con síndrome de Down, que hoy tiene cinco años.
Que no va poder andar en bicicleta, que no va a poder caminar, que no hablará, que no escribirá o leerá; todo ello ha escuchado Juan en el último lustro.
Sin embargo, una vez que se hizo una idea del contexto social al que llegan las personas con discapacidad, Juan se puso un reto: demostrar todo lo contrario.
Conforme han pasado los años, Juan ha tratado de responder que sí, que todos son capaces de hacer algo, que solo se necesitan a las personas correctas y un poco de paciencia. Bajo esa consigna, Juan apoyó a María Esther cuando CEDICA impulsó el programa de pintura.
Con el desarrollo del taller, Juan vio resultados no solo en el talento innato que mostró María Esther, también en el resto de participantes.
“En todo sentido ha sido beneficioso. El pintar con los dedos, el trazar líneas con cierta dirección, utilizar un pincel, todo eso conlleva a un mejor manejo psicomotriz de los niños y con personas con discapacidad”, dijo Juan.
Exposición
Con las pinturas terminadas, CEDICA y la Asociación de Síndrome de Down del Azuay (ASDA) se aliaron para exponerlas en un espacio que permita visibilizar las capacidades de sus autores.
En principio, el 21 de marzo, por el Día Mundial del Síndrome de Down, los trabajos se expusieron en la Gobernación del Azuay.
No obstante, los organizadores de la exposición denominada “Trazos de igualdad” organizaron una segunda muestra que fue inaugurada ayer en la Quinta Bolívar.
35 pinturas conforman la exposición que busca ser un lugar para demostrar que no hay impedimentos para los niños y jóvenes con síndrome de Down. Y ello es visible precisamente a través de las actividades y las muestras que tanto CEDICA como ASDA han organizado en Cuenca.
“ASDA nace por esta necesidad de poder visualizar a nuestros hijos, a nuestros familiares que tengan síndrome de Down, para crear espacios en los que ellos puedan desarrollarse”, explicó Daniel Álvarez, presidente de ASDA, que está integrado por 90 familias.
Una vez realizada la muestra que podrá ser observada hasta el 31 de marzo, entre las 08:30 y 16:30, tanto la asociación como CEDICA continuarán buscando nuevos espacios en los que los niños y jóvenes puedan demostrar sus capacidades en todos los ámbitos. (I)