Desde superhéroes clásicos como Superman o Batman al Paracuellos del español Carlos Giménez, muchos protagonistas de cómics son huérfanos o arrastran una infancia traumática. La muestra «Superhéroes, Huérfanos y Orígenes: 125 años en cómics», inaugurada en Londres, indaga en ese turbulento pasado ficticio en común.
El museo Foundling («expósito», en español) dedica hasta el 28 de agosto una sala a explorar con viñetas y pósteres cómo el mundo del cómic ha representado a lo largo de más de cien años a menores abandonados, adoptados y acogidos. A menudo, convirtiéndolos en personajes excepcionales con poderes sobrehumanos, pero muchas veces trascendiendo la imagen cliché del tradicional superhéroe.
Las trayectorias épicas que recorren estos inspiradores personajes del mundo del tebeo empiezan muchas veces sin padres.
El bebé que cae al planeta Tierra en una nave espacial. El niño que presencia cómo sus progenitores son asesinados en un callejón. La pequeña con pelo rizado que aguarda a ser adoptada en un orfanato. Todos parecen compartir un pasado marcado por el trauma y la lucha de la identidad.
La exposición exhibe trabajos de autores como Bex Glendining, que no se reconoce en el género binario («Seen: Edmonia Lewis, Penultimate Quest, Rolled & Told, Lupina); o Taiyo Matsumoto, cuyos personajes, los hermanos huérfanos Kuro («Black») y Shiro («White»), sobreviven como rateros en las turbias calles de Treasure Town con la misión de proteger la ciudad de la amenaza del crimen organizado.
Se rescatan también aventuras de Superman, Tarzán, la pequeña huérfana Annie, Magnus Robot Fighter, Barefoot Gen, Batman, Astro Boy y Black Panther…
EL DILEMA SOBRE LA IDENTIDAD
Caro Howell, directora del Foundling, afirma que «vistos como grupo, estos personajes alientan los debates sobre identidad, trauma, autonomía y pertenencia social».
Resalta en un comunicado que sus historias «representan una lente única mediante la que se pueden comprender mejor los sentimientos de aislamiento, desasosiego y resiliencia».
En una de las paredes se recoge una cita del escritor, artista y diseñador gráfico Woodrow Phoenix («SugarBuzz!», «Rumble Strip»), que recuerda que «casi todos los niños héroes arrastran orígenes traumáticos, circunstancias desastrosas que terminan con la muerte de sus padres y un niño abandonado».
«Medimos el heroísmo en un protagonista por la profundidad de las dificultades que se les han planteado. ¿Y qué podría ser más horrible para un niño que todo su mundo se le venga abajo?», dice.
Uno de esos grandes héroes vapuleados desde la niñez es Superman, con sus poderes sobrehumanos, su capacidad de volar y tres identidades diferentes -Kal-El, el nombre dado por sus padres biológicos, Clark Kent, a quien adoptan Jonathan y Martha Kent, y Superman, que batalla para equilibrar esas tres personalidades.
Su historia arranca un 14 de febrero de 1921, cuando el mecánico Walt Wallet encuentra un bebé en una cesta en la puerta de su casa con un mensaje anónimo. Walt lo cría como a su propio hijo, lo apoda «Skeezix» y la relación entre padre hijo crece en tiempo real.
TITO PARACUELLOS
Están también las viñetas de «Tito», de la serie de la historieta costumbrista Paracuellos de Carlos Giménez, basada en sus recuerdos infantiles.
En estas historias de duro trasfondo social, que comienzan a publicarse en 1975, el autor narra la vida de unos niños internados en un hogar infantil dirigido por religiosas, en la posguerra franquista.
Las viñetas de Giménez, quien experimentó en primera persona lo que era vivir en estos internados, se publicaron por primera vez seis meses después de morir Franco y cuentan de manera directa y desgarradora una niñez tremenda, en la que los pequeños vivían atormentados y aterrorizados por las monjas.
Se rescata asimismo la historia de la pequeña huérfana Annie, el personaje de Harold publicado en el «Chicago Sunday Tribune» desde 1924 a 2010 -más conocido por el musical con su nombre-, que tira de ingenio y rapidez mental para afrontar los desafíos de la orfandad.
Hay un espacio dedicado a recordar el simbólico significado de la máscara para algunos superhéroes, que lo utilizan como accesorio esencial para obtener protección y camuflaje, y también para marcar la transición de idea a persona.
La muestra vuelve la mirada hacia el origen de Spiderman o de Black Panther, cuyos inicios quedan marcados por la violencia y nunca superan el trauma que ha moldeado sus destinos.
Batman, de Bob Kane/Bill Finger, es la identidad con poderes sobrehumanos que adopta Bruce Wayne cuando es niño y presencia los asesinatos de sus padres, una experiencia trágica que lo mueve a dedicar su vida a llevar la justicia a las calles de Gotham como Batman. EFE